EXPOSICIÓN

Las fotos más primitivas de Zaragoza

La sala de Cajalón (Coso, 29) acoge hasta finales de julio una recopilación de 175 imágenes relacionadas con la capital aragonesa.

Vista de Zaragoza.
Las fotos más primitivas de Zaragoza
HA

Un divertido pintor Benito Soriano Murillo (1827-1891) nos saluda desde una diminuta fotografía de 1960, sombrero y bastón en mano, y nos invita a entrar en la muestra 'Primeros tiempos de la fotografía en Zaragoza', que hasta el 31 de julio se puede visitar en la sala de exposiciones de Cajalón de la capital aragonesa. Hay que tomarse su tiempo para sacarle partido a esta recopilación de 175 imágenes de entre 1858 y 1878, en formato carta de visita y 'cabinet card', procedentes de una docena de colecciones privadas.


"Se trata de un material muy vulnerable y frágil, por lo que la iluminación es muy liviana y requiere cierto esfuerzo contemplarlas con detalle" , advierte antes de iniciar una visita por la muestra su comisario, José Antonio Hernández Latas, investigador de la Fundación Araid y miembro del grupo Observatorio Aragonés del Arte Público de la Universidad de Zaragoza.


El montaje se estructura en tres salas: los retratos de personajes, los rostros de los propios fotógrafos y sus familias y las vistas de la ciudad. Todas las obras están relacionadas con Aragón. Las hay de cuatro fotógrafos de la tierra y gabinetes que trabajaron en la capital: Mariano Júdez y Ortiz , Gregorio Sabaté, Manuel Hortet y Anselmo Coyne. Otras captan la ciudad en esta segunda mitad del siglo XIX o pertenecen a coleccionistas de la Comunidad, como los condes de Sobradiel.


La serie de imágenes zaragozanas más antiguas, obra de Mariano Júdez, se encuentran en una de las vitrinas de la estancia dedicada a las vistas.


La Seo sin chapitel y paisanos


José Antonio Hernández destaca la de la torre de la Seo sin chapitel (fue destruido por un rayo en 1850 y no se repuso hasta enero de 1861), una irreconocible Aljafería con el Torreón del Trovador a cuatro aguas, el convento de las Fecetas y la fachada del palacio de la DPZ.


Llama la atención la panorámica desde la margen izquierda del Ebro con la Puerta del Ángel (1860-1867) y el inicio del andamiaje de la cúpula mayor del Pilar. Esta parte se completa con divertidos tipos ataviados con indumentaria aragonesa que, como aclara el comisario, "no son figurantes de 'atrezzo', sino paisanos reales'. Curiosamente también los hay gallegos e italianos.


Romper la solemnidad


Nada más entrar a la primera estancia, una caricatura del parisino Eúgene Disderi recuerda que fue él quien patentó el formato carta de visita (de 6x10 centímetros) y lo popularizó en toda Europa. Desde esta galería de retratos nos miran Napoleón III y su mujer Eugenia de Montijo, el escultor Ponciano Ponzano (autor de los leones del Congreso de los Diputados) y el pintor holandés Carlos de Haes, con el que el fotógrafo Mariano Júdez entabló amistad al coincidir en el Monasterio de Piedra. Poses más o menos hiératicas que contrastan con las pocas fotos exteriores (un carrito de bebé y un jinete) y esos bailes de trajes ambientados en el Quijote y la época de los Reyes Católicos con los que se divertía la aristocracia del momento.


Un oficio muy digno


Aquí se le puede poner rostro a los fotógrafos. Mariano Júdez, considerado uno de los pioneros de la fotografía de paisaje natural en España por su serie del monasterio de Piedra, se retrata con la imagen estereotipada de su oficio: con birrete, bata y cronómetro para medir el tiempo de exposición. A continuación posa elegantemente, con levita y chistera, como sus clientes. Decenas de anécdotas por las que vale la pena leer las cartelas.


Los aficionados a este arte, seguro que disfrutan con los instrumentos técnicos de la época, entre ellos dos cámaras de 1860.