EXPOSICIONES

La cerámica austera, genial y rotunda de Víctor Mira se reivindica en Zaragoza

Las salas CAI Luzán y Zaragoza Gráfica reúnen 44 piezas del artista aragonés, la mayoría de ellas nunca antes exhibidas al públicoCon la muestra inaugurada ayer se cierra la catalogación de su legado.

En la galería de Don Jaime I hay piezas de formato más reducido. Puede visitarse hasta el 22 de julio, de martes a viernes, de 10.30 a 13.30 y de 17.30 a 20.30. Sábados, solo por la mañana.
La cerámica austera, genial y rotunda de Víctor Mira se reivindica en Zaragoza
ARáNZAZU NAVARRO

Del legado artístico de Víctor Mira, gracias al empuje de su viuda, Esther Romero, y del galerista Pepe Navarro, parecía ya que todo era conocido. Pero no. La sala CAI Luzán y la galería Zaragoza Gráfica ofrecen desde ayer un apasionante y visceral recorrido por el Mira menos visto: el ceramista. Cuarenta y cuatro piezas, algunas de gran formato, integran la muestra 'A través del barro' y revelan cómo entendía el creador un arte para nada menor. Un arte con el que se comprometió en cuerpo y alma, como todas y cada una de las cosas que hacía.


En la sala CAI Luzán se han dispuesto las piezas de mayor formato, todas ellas relacionadas con algunas de las series temáticas en las que trabajó Víctor Mira: 'Bach-cantatas', 'Antihéroes' y 'Estilitas', con piezas tan espectaculares (e inquietantes) como un 'estilita' de 1994, de 160 centímetros de altura, que reflexiona sobre la inmutabilidad del mundo a lomos de una tortuga. Una obra emblemática, que resume perfectamente al artista aragonés.


En Zaragoza Gráfica se han colocado las piezas de formato más reducido y, también, aquellas en las que se trasparenta el Víctor Mira más lúdico. Las cerámicas se exhiben acompañadas de algunos cuadros que enmarcan a la perfección cada una de ellas en su respectivo periodo.


«Hay obras que son en realidad un juego, piezas pequeñas en las que Víctor Mira se recrea y experimenta con los colores -señala Alberto Andrés, comisario de la exposición-. En su mayor parte fueron hechas en 1992 en Valencia. Y luego hay otras piezas, más profundas, surgidas después de que Xavier Toubes, director artístico del European Ceramics Work Center de S'Hertogenbosch, le invitara en 1994 a trabajar en el centro».


Son piezas que visualmente dan la sensación de estar más cerca de la escultura que de la cerámica. ¿Cómo concebía Víctor Mira su relación con esta materia?


«Él no daba especial importancia a trabajar con un soporte u otro -relata Esther Romero-. Su inmersión en la cerámica vino dada por la necesidad de expresar cosas para las que el óleo o el papel se le quedaban pequeños. Él se encerraba a trabajar y pretendía mantener un diálogo con el barro, un diálogo en pie de igualdad, sin sometimientos, y con el objetivo final de que el resultado fuera poético».


El propio artista, en un artículo conmovedor, reveló cómo fue el primer flechazo: «Lo primero que hice con el barro fue lo que también debió hacer el hombre primitivo, es decir, recrear el vientre materno mediante la realización de vasijas, en un viaje al interior de la madre tierra. Alejándome de toda fantasía, me arrodillé para estar cerca de la tierra y hundir mis manos en ella, que siempre me había alimentado. Hundí las manos en el barro y recuperé, de pronto, la visión olvidada del rostro materno primitivo».


El punto final de la catalogación


La muestra, que llega acompañada de su correspondiente publicación, pone punto final a la catalogación del legado del artista. Legado que desde hace cinco años se ocupa de difundir y promover el galerista Pepe Navarro, de Zaragoza Gráfica. «Llevamos desde 2005 catalogando ese legado, y nos faltaba este aspecto fundamental de su creación -señala-. Creemos que puede ser un pequeño gran descubrimiento, porque salvo en la muestra 'Apología del éxtasis' (Museo Pablo Serrano, 2002), no se han exhibido las cerámicas de Víctor Mira. El 80 por ciento de las obras que pueden verse en esta exposición no se han visto antes».


Y ahora se reencuentran con el aficionado al arte de su ciudad natal. No es un reencuentro banal. Según recordaba ayer Esther Romero, «con la cerámica, Víctor buscaba la sencillez, el diálogo y una cierta austeridad, características que él veía en lo más puro del alma aragonesa».