BENOIT JACQUES

"Intento provocar al lector para que quiera cerrar el libro y no tocarlo más"

Nació en 1958, en Bélgica. Ha trabajado en periódicos como 'The New York Times' y 'Le Monde' y ahora se dedica a sus libros. Ayer presentó en Zaragoza 'La noche de la visita', una versión oscura de 'Caperucita roja' y su primera obra traducida al español.

Benoît Jacques en su visita de ayer a Zaragoza, donde presentó su libro 'La noche de la visita'.
"Intento provocar al lector para que quiera cerrar el libro y no tocarlo más"
ESTHER CASAS

¿Cuántas versiones de 'Caperucita roja' existen?

Debe haber tantas que no merece la pena ni pensarlo. Cientos de interpretaciones...


Si hay tantas, ¿por qué decidió añadir una más (con 'La noche de la visita')?

No me interesaba reescribir ese cuento, era más un pretexto para hablar de otras cosas más importantes para mí, como el tema de la lucha contra todo, la resistencia.


¿De la abuela o del lobo? Caperucita apenas aparece en su libro.

Un poco de los dos. Y también del lector. Intento provocarle y que sienta que quiere cerrar el libro y no volver a tocarlo. Aunque en realidad no quiero que lo haga (se ríe).


Conmigo lo consiguió. Terminé de leer y ver, pero muy molesto.

Se necesita resistencia. Es un tema que me gusta tocar, porque soy resistente. Autopublicar y hacerlo de una forma que no es la que utilizan las grandes editoriales es complicado. Haberlo hecho por tantos años es una acto de resistencia.


Ganó el premio Baobab 2008 al mejor libro infantil, aunque su obra de Caperucita no parece hecha para niños.

No me importa. No tomo en cuenta esos conceptos de libros infantiles o juveniles a la hora de publicar. Vivimos en un mundo comercial y las grandes editoriales necesitan categorías para poder vender, pero en verdad a nadie le importa. Si pensara en el público, tendría entonces que decidir si una obra es para críos o no, y si lo es, para qué edades. Si de 3 a 6, de 8 a 12...


Tampoco le interesa respetar los formatos. Tiene libros muy raros.

Cada libro es una nueva idea, una forma de entretenerme. Trato de no aburrirme con mis cosas y por eso cambio el tamaño, el papel, el enfoque, la técnica de ilustración.


¿Cuál es el más extraño?

Creo que es el último, 'Wazo Kong'. Es una parodia visual de mi visión de un libro oriental. Cuenta la historia de un ave estúpida. Las palabras son un juego: al leerlas, hablas francés, pero suena como si estuvieses hablando japonés o chino.


Siempre apuesta por textos cortos, ¿se siente más ilustrador que escritor?

Mi idea de escritura tiene que ver más con dibujos que con letras. Las palabras me cuestan, requieren más disciplina. Dibujando tengo más fluidez, porque soy más visual que intelectual.


Utiliza pocas, pero escoge bien sus palabras, con un doble sentido, con rima, con ironía.

Veo esto como un juego. Me siento como un niño que coge una caja llena de letras y dibujos para divertirse. Y cada vez que lo hago, trato de inventar un uso nuevo para el juguete. Hay humor en mis historias, pero, sobre todo, destaca el sentimiento de recreación.


En 'La noche de la visita' apostó por un ambiente negro.

Quería explorar la noción de oscuridad, de miedo, de todos los sentimientos que tienes cuando eres pequeño. El mundo de fantasía que se abría cuando te imaginabas en un bosque de noche. Todo era posible, los sonidos, lo que creías escuchar o ver. Son herramientas para disparar la imaginación y me gusta provocar eso en mí y en otros. Me sorprende la gente que dice no tener fantasías, porque todos las tenemos, solo hay que abrir la puerta.


Es su primera obra traducida al castellano. ¿Le ha gustado el trabajo de Carlos Grassa Toro?

Es genial. Ha logrado captar toda la intención del texto.


¿Conoce otro artista aragonés?

Dio la casualidad que Grassa Toro me invitó hace unos meses al curso de arte visual que lleva en Albarracín. Entonces no sabíamos que se convertiría en mi traductor. Coincidí ahí con Isidro Ferrer.


Ha sido ilustrador en 'The New York Times', 'Die Zeit', 'Le Monde', ahora colabora con 'The Guardian'. Qué le parece que los medios apuesten cada vez más por la imagen y menos por los textos.

Ya casi no tengo tiempo para trabajar en eso, pero amaba hacerlo. Era una modesta forma de crear imágenes y eso encaja con mi personalidad. Dibujas, pero sin que tu obra sea lo más importante: lo principal es el artículo. Ahora la gente se siente más atraída por lo visual y creo que es una pena y una pérdida. Siento que nos invaden las imágenes, que nos ahogan y no podemos ni respirar.