LITERATURA

Francesc Serés: "La literatura ha de tener la verdad de las mentiras, ha de suceder para el lector"

¿Es escritor vocacional o la literatura fue un descubrimiento tardío?

Había estudiado Bellas Artes, hice fotografía, pintura… Pero me di cuenta de que, para lo que quería contar, me resultaba más fácil ponerlo en negro sobre blanco. Con un pequeño portátil, ya podía expresar lo que quería, y eso me impulsó a escribir. Además, la escritura es un medio más directo que la pintura, más "noble" con el público; no tenía que explicar nada, no hacía falta un intermediario.


¿De ahí que sus relatos tiendan al hiperrealismo?

La voluntad de "La fuerza de la gravedad" es que fuese, aparte de una colección de fábulas, una aproximación a la realidad del territorio de Cataluña. Esto te exige hablar de ambientes cotidianos fáciles de reconocer por el lector. Se trata de pegarse a la realidad para contar cosas que la realidad a veces no te enseña.


¿De dónde surgen estas historias?

A veces son cosas que te han contado, a veces cosas que has vivido o visto… Un poco de todo. Lo que sí hay que darles es el punto de realidad imaginativa que tiene que tener la literatura, debe tener la verdad de las mentiras. Las historias, hayan sucedido o no, han de suceder para el lector.


Muchas de sus relatos tienen giros que dejan aturdido al lector.

Es como la vida, no sabes cuándo te caerá la sorpresa. En los cuentos, como en la vida, no te das cuenta de lo que has vivido hasta que llegas al final y sumas todo lo narrado, todas las vivencias.


En su trilogía "De estiércol y de mármoles" hablaba de su pueblo, Zaidín.

En realidad construía un territorio "Frankenstein", a base de fragmentos de otras zonas, creando un ambiente que iba desde los Monegros hasta el interior de Lérida. Sin embargo, Zaidín ha sido fundamental, es el pozo de donde he sacado el petróleo para poner en marcha la historia.


¿La influencia de su tierra natal marca su literatura?

Tienes un punto de identificación con el territorio de donde vienes, eso no lo puedes cambiar. Pero tampoco me he querido convertir en un escritor solo de esa zona, no quería que me obstaculizara para hacer otras historias. Por eso, una vez acabé esos libros, hice "La fuerza de la gravedad", para ampliar mi marco literario, y para poder volver a Zaidín y la zona del Segrià, mi punto de referencia.


El paisaje es fundamental en sus cuentos.

El paisaje está vivo y es un personaje más, incluso a veces es el motor de la historia; es la escenografía que marca los acontecimientos. Por ejemplo, es imposible entender el cuento del médico rural sin las montañas de por medio. No se puede entender a las personas fuera de su entorno.


¿Por qué "La fuerza de la gravedad"? No hay ningún relato con ese nombre en el libro.

Tiene un sentido polisémico y político. Alude a un cuento que todavía no he publicado situado en Rusia. Trata de un territorio con una fuerza de gravedad mayor que la normal, lo que hace que sus habitantes tengan una forma de vida especial y más difícil. Me pareció bonito para este libro.


¿Cuales son sus influencias?

Nombres predecibles, ninguna rareza: Antón Chéjov, Nikolái Gógol, J. D. Salinger, Guy de Maupassant, Mijaíl Bulgakov…


Traduce su propia obra. ¿Se auto traiciona?

Hay expresiones intraducibles, pero eso sucede siempre que se juega con un lenguaje rico, aunque con el catalán y el castellano la aproximación llega al 99 por ciento. Hasta ahora me siento cómodo haciéndolo yo mismo, porque perdería más tiempo corrigiendo la traducción de otro que si la hago yo.


¿En qué está trabajando ahora?

Si todo va bien, en octubre saldrán tres obras de teatro sobre sendos escritores catalanes medievales: Ramon Llul, Ramon Muntaner y Jaume Roig. Y ahora estoy acabando una historia de los últimos 30 años de la comarca leridana del Segrià y toda la zona de Zaidín y Fraga; quiero centrarla sobre todo en el tema de la inmigración, un fenómeno muy potente en la zona, que ha sido un choque y a la vez un campo literario.


¿Sigue el debate de las lenguas en Aragón?

Me he significado mucho en este tema. Me parece un desprecio que el catalán no tenga protección y no esté reconocido plenamente en Aragón. Es dilapidar un patrimonio más de Aragón, sólo hay que ver que hay escritores aragoneses en catalán como Jesús Moncada, Mercé Ibarz… Al final nos vemos obligados a mirar hacia el este.