Premios Goya 2012

Enrique Urbizu

Siempre parece intenso y airado, de pocas palabras, como cualquier vasco que se precie. Sin embargo, pocos cineastas saben hablar mejor de sus películas y de las de los demás que Enrique Urbizu (Bilbao, 1962).

Enrique Urbizu, ayer, durante una charla en Zaragoza.
Enrique Urbizu
PEDRO ETURA

Siempre parece intenso y airado, de pocas palabras, como cualquier vasco que se precie. Sin embargo, pocos cineastas saben hablar mejor de sus películas y de las de los demás que Enrique Urbizu (Bilbao, 1962). 25 años después de su debú con ‘Tu novia está loca’, el director continúa arrebatado de cinefilia, no ha perdido un ápice de pasión por un oficio que casi siempre le ha sido ingrato en la taquilla. Las 14 candidaturas al Goya de ‘No habrá paz para los malvados’ son el colofón a la brillante trayectoria de una cinta que parecía gafada en el Festival de San Sebastián pero a la que los críticos y el público han puesto en su sitio.


El cine español no puede permitirse que un director de su talento haya tardado ocho años en volver a dirigir. Urbizu se ha metido en demasiados fregados, harto quizá de la epopeya que supone levantar una película en este país. Da clases en la universidad y en la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid, fue vicepresidente de la Academia y preside DAMA, la entidad de gestión de directores y guionistas. Licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco en la rama de Publicidad, pronto aprendió que los afanes autorales se doblegaban ante la necesidad de ganarse las castañas. Por eso al inicio de su carrera tan pronto rodaba un vídeo institucional como aceptaba filmes de encargo : ‘Cómo ser infeliz y disfrutarlo’ y ‘Cuernos de mujer’.


Urbizu ha sabido demostrar su sabiduría como guionista (escribió para Polanski ‘La novena puerta’) y su pulso a la hora de rodar hasta en esas cintas alimenticias. Lo mejor de sí lo ha dado en ‘thillers’ secos y contundentes, como sus respuestas en las entrevistas. El descaro de ‘Tu novia está loca’ y, sobre todo, la violencia postmoderna de cómic de ‘Todo por la pasta’ insuflaron aire nuevo dentro de la avanzadilla de directores vascos que cambiaron la faz de la industria. ‘La caja 507’ retrató a un país sumido en la corrupción y la inmoralidad, anticipando las crónicas políticas y de sucesos que vendrían después. Qué pena que nadie viera ‘La vida mancha’, una de las historias de amor más bellas del último cine español.La candidata

‘No habrá paz para los malvados’ también mira a su alrededor y trasciende del género negro adentrándose en tramas islamistas y el 11-M. Enrique Urbizu no solo bebe de la cinefilia como otros directores que hacen cine sobre cine, sino de la vida. Por eso nunca se ha callado sobre temas que podrían hacerle impopular en el nuevo sanedrín de las redes sociales, él que jamás tendrá cuenta de Twitter. «En este país Rafa Nadal es un héroe y Javier Bardem un canalla», lamenta un firme defensor de la propiedad intelectual en internet, postura en las antípodas de Álex de la Iglesia, que le hizo los decorados de sus primeras películas: «Mi amistad de 30 años con Álex no la va a romper ninguna diferencia de opinión», zanja.


Urbizu necesita el Goya muchísimo más que Almodóvar. Porque sería una lástima que no veamos pronto esa historia que prepara sobre el espía Paesa. Con ese aire de villano de ‘thriller’ que causa sensación entre el sector femenino, el director bilbaíno seguirá poniendo la oreja en las tascas madrileñas, defendiendo a Scorsese y yendo al cine. Recordando cómo Peter Biskind describe en su libro ‘Moteros tranquilos, toros salvajes’ las reuniones de los directores en los años 70: «En la esquinita siempre estaba alguien que miraba y escuchaba. No se drogaba ni follaba. Era Spielberg».