EXPOSICIÓN ROMANA

El bullicio de la vida cotidiana de una ciudad romana del siglo I irrumpe en la plaza del Pilar

La exposición 'Romanorum Vita' recrea bajo una gran carpa cómo era el día a día en una urbe. Estará abierta en Zaragoza hasta el 7 de abril y luego viajará a otras localidades españolas.

Visitantes sentados en las gradas ante la entrada a una casa típica romana de clase media .
El bullicio de la vida cotidiana de una ciudad romana del siglo I irrumpe en la plaza del Pilar
JOSé MIGUEL MARCO

«Ave, bienvenido al siglo I después de Cristo». Este es el saludo que escucha el visitante cuando se adentra en la calle en la que comienza la exposición 'Romanorum Vita', preparada por la obra social de La Caixa y que desde ayer abre sus puertas en una carpa en la plaza del Pilar de la capital aragonesa, antes de viajar por otras poblaciones españolas. Una muestra de 400 metros cuadrados que recrea la vida cotidiana en una ciudad romana, olores y sonidos incluidos, que bien podría ser Zaragoza, pero que se inspira en buena parte en la Pompeya del año 79, en plena época imperial.


«Esta es una exposición interactiva para disfrutar, no ninguna cátedra ni ningún congreso sobre el mundo romano. Pretendemos que la gente se quede con la idea de que somos herederos de esa cultura, que su realidad se aproxima a la nuestra y que nos seguimos moviendo por las mismas cosas: poder, dinero, amor, envidia, celos...», advierte uno de los comisarios, Enric Seritjol, profesor de Historia de la Universidad de Tarragona, antes de iniciar el paseo entre comercios y distintos personajes que conduce hasta una casa típica de clase media. En el montaje, que recorrerá España durante seis años, se han invertido dos años de trabajo.


El telón se sube tras un vídeo que explica al espectador que esta recreación se ha realizado a partir de descripciones literarias y testimonios arqueológicos de hace 2.000 años. Entre ellos no podía faltar Marco Valerio Marcial, el poeta de Calatayud, entonces Bílbilis, que vivió en el siglo I.


Grafitis, olores y ruidos


Las paredes romanas hablan y el viaje al pasado empieza con un vistazo a los grafitis del momento, y de los que se reproducen propaganda electoral, críticas al poder, reclamos amorosos e, incluso, advertencias escatológicas. Tras ellos está la mano del calígrafo de Binéfar Ricardo Placed, que los ha trazado como entonces, con huevo, pintura al temple y pincel. Hay hasta alguna sorpresa, como esa caricatura del dueño de la vivienda unifamiliar que está semiescondida en una pared del atrio, quizás obra de un esclavo.


En este itinerario no hay letreros, la información aparece en carteles que se iluminan al paso del público. En esta vía, además, se ofrecen los olores, voces y ruidos propios de un día cualquiera.


Un poco más adelante uno se topa con unas letrinas mixtas y una 'fullonica', el antecedente de nuestras tintorerías. A sus puertas, ánforas y grandes jarrones para recoger la orina que, después, se usaba tanto para limpiar la ropa como para adobar el cuero. No falta una fuente, con el rostro del dios Hermes, ni uno de esos pequeños altares ('lares compitales') en los que los romanos rendían culto a sus dioses protectores.


Hasta una casa derruida


¿Por qué una casa derruida en este regreso al pasado? «Queremos dejar claro que sufrían los mismos problemas que las ciudades actuales de presión demográfica y especulación del suelo», aclara Enric Seritjol.


Quien se acerque tiene la oportunidad de sentarse en las gradas de una basílica o un foro frente a la fachada de la domus, reproducción de una casa de Herculano (una antigua ciudad romana de la región de Campania). En ella se descubre una panadería y una tienda de comida rápida ('caupona'), en la que era normal que también se ofrecieran servicios sexuales. Sobre el frontispicio de 12 metros de ancho se proyecta un audiovisual con los personajes claves de esta urbe. Más de 30 figurantes del Grupo de Reconstrucción Histórica de la Tarraconense han participado en el rodaje.


Una vez en el interior del hogar, uno puede familiarizarse con sus distintas estancias, desde las fauces (pequeño pasillo de entrada) hasta el atrio, el despacho o 'tablinum', el comedor o 'triclinium', los minimalistas dormitorios y la cocina con unas escaleras que conducían a habitaciones de alquiler.


La elección de la capital aragonesa como punto de partida de este montaje no es una casualidad. «Es un homenaje a esta ciudad que ha sabido reforzar de una forma importante su legado romano», dijo el secretario general de la Fundación la Caixa, Lluís Reverter, con motivo de su inauguración a cargo del alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch. Reverter subrayó que se ha apostado por un «nuevo concepto» de exposición de divulgación histórica.