GASTRONOMÍA

Buenos restaurantes engullidos por la crisis

Corren malos tiempos para las empresas especializadas en el disfrute gastronómico. Varias han tenido que echar la persiana.

Buenos restaurantes engullidos por la crisis
Buenos restaurantes engullidos por la crisis

Hace exactamente dos semanas cerraba sus puertas el restaurante zaragozano The New Windsor, un local emblemático en la hostelería de la capital, ubicado en el Coso, junto a la Magdalena, que no ha resistido las últimas acometidas de la crisis. Y eso a pesar de que en el último lustro se había convertido en un restaurante frecuentado por los amantes de la buena cocina, que sabían apreciar los ricos platos de pescado, arroces y carnes que se servían en sus mesas, en las que también se daba una atención cuidada a la oferta y servicio de vinos.

El Windsor es el último que ha caído como consecuencia de la situación económica. Unos meses antes cerró el Garum, en la zona de la plaza de San Francisco, en el que los hermanos Guillermo y Jorge Navarro practicaban una cocina moderna y atractiva, basada, al igual que en el caso del Windsor, en un producto de primera calidad. Prueba del buen oficio de estos jóvenes cocineros es que en los dos últimos años vieron premiada su labor en el Certamen Gastronómico de Horeca. También Lisardo Gómez, del Windsor, se llevó varios galardones.

Poco antes que el Windsor fue clausurado el 24 kilates, un clásico -también en la zona universitaria- en el que el joven cocinero Enrique Bardavío intentó sin éxito reconvertir este establecimiento en un referente gastronómico de la capital aragonesa.

Aduriz se hace esperar

Y si unos han tenido que cerrar, otros no han podido ni siquiera abrir a causa de los malos vientos económicos que soplan en nuestro país. Es el caso del restaurante gastronómico que el flamante hotel Reina Petronila tenía previsto inaugurar en la planta calle, bajo la dirección del gran chef vasco Andoni Luis Aduriz, propietario del emblemático restaurante Mugaritz, que ostenta dos estrellas Michelin. Según lo previsto en el acuerdo inicial entre Aduriz y los propietarios de la cadena Palafox, el restaurante tendría que llevar ya más de un año en funcionamiento con el nombre de Lambroa. Incluso se había contratado ya a varias personas que iban a hacerse cargo de los fogones, que estuvieron algún tiempo en el Mugaritz para empaparse de la filosofía de Aduriz, quien en varias visitas a Zaragoza había mostrado una gran ilusión en este proyecto.

Ahora, sin embargo, fuentes de la cadena hotelera reconocen que se ha descartado ya aquel proyecto inicial y que se está definiendo el futuro establecimiento, que iría más en la línea de un bistró. Se sigue contando con la asesoría del chef vasco pero no se dan fechas ni detalles para la apertura.

El gran problema, según señalan los propietarios de este tipo de restaurantes, es que el sector empresarial, que es el que más está sufriendo el temporal, es uno de sus principales clientes. «Nuestras mesas se llenan a menudo con ejecutivos y propietarios de empresas que vienen a celebrar la firma de un contrato o la obtención de un negocio, algo que en los últimos tiempos no ocurre tanto», reconoce David Boldova, chef y propietario del restaurante Novodabo, situado en la zona de Romareda de la capital y que se ha convertido en uno de los establecimientos de moda, con buenas críticas y puntuaciones en las guías gastronómicas. Por otro lado, todos los establecimientos hosteleros sufren en mayor o menor medida el descenso de todo tipo de clientes por las noches, entre semana, hasta el punto de que muchos han optado por no servir cenas hasta el jueves.

También las enotecas

Otro sector que está sufriendo mucho es el del vino de calidad. En Zaragoza han cerrado en menos de dos años desde enotecas de gran solera, como Barbacil, hasta varios proyectos modernos muy bien proyectados, como Entrevinos, Divinos (en sus dos intentos en diferentes emplazamientos) o La Carte des Vins.