OCIO

Asociaciones punto y aparte

Entre las 2.500 agrupaciones con fines culturales inscritas en la Comunidad aragonesa hay ejemplos de lo más singular. Desde los Amigos de la Capa hasta los grupos de recreación histórica de distintas épocas que están viviendo su particular boom en los últimos años.

Los medievalistas tienen una cita este puente de la Constitución en la localidad francesa de Carcassonne. Cientos de recreacionistas participarán el 5 de diciembre en una espectacular marcha a pie con antorchas de carácter benéfico, que recorrerá la amurallada población y será televisada. Allí estarán los socios de la Compañía de Arqueros Medievales del Antiguo Reyno de Aragón de Zaragoza, los Almogávares de Teruel y también las artesanales máquinas de asedio de los turolenses Trebuchetarios.


La ‘medievalmanía’, y en general la recreación histórica, está viviendo su particular boom. “En el contexto de las bodas de Isabel de Segura han surgido 130 asociaciones culturales que engloban a casi 5.000 personas”, recuerda Rubén Sáenz de los Trebuchetarios.


A estas hay que sumar otras como las vinculadas al Compromiso de Caspe, las Alfonsadas de Calatayud, los Sitios de Zaragoza y el Primer Viernes de Mayo de Jaca.


Son algunas de las agrupaciones culturales más singulares que existen en Aragón. Basta con echar un vistazo al registro oficial, para entre las 2.507 dadas de alta (1.361 en Zaragoza, 759 en Teruel y 387 en Huesca) encontrar ejemplos muy dispares.

La de los Amigos de la Capa, que reivindican el uso de esta prenda histórica, presume de ser una de las más antiguas (de 1974). No están todos las que son. Así opina Tomás Aguarón, responsable de la sección de miniaturas de la Asociación Artística Aragonesa. “Hay mucha gente haciendo cosas que no llega a dar el paso de constituirse oficialmente”, afirma.

 

“El lema es instruir deleitando, tenemos un claro afán didáctico” 

Rubén Sáenz está trabajando en la construcción a tamaño natural de un trabuco medieval de contrapeso capaz de lanzar una piedra de una tonelada. Su colección, única en Europa de esta ‘tecnología militar’, está formada por 52 artefactos de madera, cuerdas y metal de 45 modelos diferentes. Con la asociación turolense los Trebuchetarios -término derivado del nombre de una catapulta -creada hace tres años y que cuenta con medio centenar de socios se han volcado en dar a conocer estos antiguos ingenios bélicos y, sobre todo, transportarlos. “Cuando vamos a un sitio supone un gran despliegue -explica Rubén Sáenz-, hay máquinas de hasta 14 metros de altura y algunas necesitan una góndola”.

“La asociación permite difundir estas máquinas medievales”

Enrique Martínez se convierte en Don Fadrique en cuanto se enfunda las calzas y la veste azul (lealtad) y roja (honor) que identifica a esta Compañía de Arqueros Medievales de Aragón (Camara) de Zaragoza. Un grupo de recreación histórica formado hace ya siete años que cuenta con una veintena de socios, el más joven una chica de 15 años, y un miembro de honor, ‘Federico’, una armadura completa del siglo XV que se guarda como oro en paño.

Se apasiona cuando habla de historia aragonesa (en el colectivo hay cinco historiadores) de las “buenas relaciones” con el sur de Francia y del “afán didáctico” de este proyecto. “Cuando a un chaval le dejas tirar con el arco le entra el gusanillo”, dice.


“Es imposible saber cuántas piezas llegas a tener al cabo de los años” 

El 21 de noviembre, coleccionistas de chapas de cava de toda España están convocados en Zaragoza, a la terraza de Bodegas Almau. Un tipo de coleccionismo que ya se ha bautizado como ‘placomusofilia’. En Zaragoza, como cuenta Juanjo García, uno de los promotores de esta iniciativa, no hay ninguna asociación, pero sí un grupo de unas 40 personas que desde hace siete años acuden los domingos a la plaza de San Francisco. Los encuentros son importantes porque, confiesa, “ahora, con Internet, cualquier colección es mucho más fría”. Para la ocasión, la aragonesa Bodegas Caytusa ha hecho dos series de 250 botellas con placas del Pilar y La Seo, y Bodegas Almau una tercera conmemorativa.

“Ahora con Internet cualquier colección es mucho más fría”

Oxímoron Ouroboros de María de Huerva es una de las pocas asociaciones registradas de warhammer, esas miniaturas históricas y de fantasía que uno mismo tiene que pintar y con las que se simulan batallas. “Nos inscribimos hace dos años porque es la forma de poder acceder a algún tipo de ayuda y contar con un local”, explica Antonio Casanova, uno de los vocales. “Somos ya unos 30 socios y nos estamos consolidando”, añade su vicepresidente, Raúl Rey, que lleva una década enganchado a estas piezas “hasta el punto de que es imposible saber cuántas puedo tener”. Empezaron con la literatura de ciencia-ficción e histórica y hoy se pasan horas pintando un héroe de pocos milímetros.