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CÓMIC

Art Spiegelman: "Los cómics reproducen la forma en que funciona el cerebro"

El Premio Pulitzer, creador de Maus, asegura que "pensamos en flashes y en imágenes", lo que explica que los cómics se hayan popularizado "en tantas culturas diferentes".

El creador, en el Centre Pompidou de París
Art Spiegelman: "Los cómics reproducen la forma en que funciona el cerebro"
AFP

El Premio Pulitzer Art Spiegelman, que elevó el valor del noveno arte con su laureada obra "Maus", aseguró hoy que "los cómics reproducen la forma en la que funciona el cerebro" porque "pensamos en flashes y en imágenes", lo que explica que se hayan popularizado "en tantas culturas diferentes".


"En el cómic se utiliza poca cantidad de lenguaje, lo mismo que ocurre en nuestra cabeza. Después, al hablar o al escribir, se convierte en una larga parrafada", analizó en la presentación del Festival Internacional del Cómic de Angulema (Francia) el que será su próximo presidente del jurado, entre el 26 y el 29 de enero.


El historietista estadounidense destacó que "hay experimentos que muestran que los bebés pueden reconocer antes una cara sonriente dibujada que la de su propia madre porque "pensamos en iconos" y reveló que uno de sus próximos proyectos pasa por trabajar con un neurocientífico sobre "cómo el cerebro interpreta los cómics".


Fue una de las pocas aseveraciones serias de un gurú del noveno arte incorregiblemente socarrón que inauguró su encuentro con la prensa exclamando: "Funciona, sí que hay una voz en el cielo", al ponerse los auriculares para escuchar la traducción simultánea.


Spiegelman no dará entrevistas a la prensa durante el Festival de Angulema, para consagrarse a su tarea de presidente del jurado, cometido que describe como "un gran honor y un grano en el culo".


Por eso, en la presentación oficial del encuentro más importante de Europa dedicado al noveno arte, un Spiegelman arremangado, cercano y rebosante de pesimista ironía, aprovechó para despacharse sobre el universo de las historietas y sobre su propio trabajo.


"Ahora que todo se está fundiendo, la economía, la cultura y convirtiéndose en una pila de basura, los cómics están emergiendo. Quizá porque siempre han estado mal considerados, ahora merecen estar en la cumbre de la basura". En lo que se ha llamado 'cultura posmoderna', el matrimonio entre las imágenes y las palabras tiene más sentido que cuando yo era joven", comentó.


Este estadounidense nacido en Estocolmo en 1948 que ha influido poderosamente en una disciplina en la que se ha convertido en una de las mayores referencias planetarias, se reconoce "felizmente desorientado" con el rumbo que está tomando su profesión.


"En Estados Unidos estás muy alineado como artista de cómic. Cuando era joven y soltero e iba a bares a ligar, nunca podía decir que hacía cómics porque destrozaba totalmente mis posibilidades, así que fingía que era fontanero", bromeó.


Entre sus muchas influencias cita a Mariscal, José Muñoz, Lorenzo Mattotti, Moebius o Jacques Tardi y reconoce que mantiene "una relación ambivalente con 'Maus'", la obra en la que a través de animales humanizados relataba las vivencias de su padre en un campo de concentración en la Alemania nazi.


"Por un lado, estoy muy orgulloso de un trabajo que me llevó trece años completar y he intentado no traicionarlo y, aún así, encontrar un espacio en el que poder moverme y salir de esas sombras", dice el creador judío.


Relativiza los reconocimientos con sorna, diciendo que en 1992 le dieron por "Maus" un Pulitzer "especial', que es algo así como los Juegos Olímpicos Especiales".


"Claro que significa algo veinte años después. Como dijo, el también Pulitzer y dibujante de cómics Jules Feiffer: tienes licencia para matar, porque con un Pulitzer la gente la gente te permitirá hacer cualquier cosa, y, al menos ya, sabes lo que pondrá en la primera línea de tu obituario", añadió.


En parte porque lleva dos décadas explicando aquel brillante trabajo hasta el hartazgo, acaba de publicar "MetaMaus: A Look Inside a Modern Classic", donde escruta las entrañas de su obra maestra.


Lo más difícil "es responder a las preguntas que se repiten una y otra vez como: por qué los cómics, por qué los ratones, por qué el holocausto. 'MetaMaus' sirve para que cuando alguien me pregunte: ¿por qué dibujaste cerdos?, pueda simplemente decir: página 227", resumió.


"Nunca creé 'Maus' con la ilusión de que haría del mundo un lugar mejor. Solo quería saber qué paso, sin ningún tipo de agenda política o moral. Se trataba solo de contar algo. Cuando se creó 'Maus', no era un tema de la cultura popular. Creo que ahora hay categorías de premios como 'La mejor película del holocausto del año'. Ese tipo de cosas no existían cuando lo escribí", explicó.