ÓPERA

Ainhoa Arteta y Ramón Vargas se instalan en el Met de Nueva York con "La Bohème"

La Ópera Metropolitana de Nueva York será el escenario donde Ainhoa Arteta y el tenor Ramón Vargas representarán los personajes de Musetta y Rodolfo en "La Bohème" de Giacomo Puccini.

La soprano española Ainhoa Arteta y el tenor mexicano Ramón Vargas representarán desde

en la Ópera Metropolitana (Met) de Nueva York los personajes de Musetta y Rodolfo en "La Bohème" de Giacomo Puccini, una obra para cuyo estreno ya no quedan entradas.


Estos conocidos cantantes de ópera volverán a meterse en esta historia sobre la bohemia francesa del siglo XIX y que se representa desde hace más de dos décadas en Nueva York gracias a la veterana producción de Franco Zeffirelli.


Vargas y Arteta, dos de las voces hispanas más reconocidas de la ópera actual, se mostraron durante una entrevista con Efe entusiasmados por participar en "La Bohème", una obra "emblemática" para ambos, así como por regresar al Met, donde aseguran que se sienten "como en casa".


"Esta producción es una joya, quedará en el tiempo y se recordará como un mito histórico", dijo Arteta, quien destacó lo "emocionante" que le resulta actuar en la meca neoyorquina de la ópera, que fue su "primer escenario" y donde le ofrecieron por primera vez el papel de Musetta al que pondrá de nuevo su voz.


Arteta, quien debutó en el Met dando vida a la protagonista Mimí, reconoció que "el desarrollo del personaje de Musetta", un rol que no le hacía "mucha gracia" cuando se lo ofrecieron años atrás, la ha ayudado "muchísimo en otras muchas cosas", ya que entraña "un buen trabajo técnico". "No quería que me encasillaran en este tipo de personaje, un poco frívolo, pero me equivoqué porque fue una maravilla de papel", reconoció la soprano vasca, quien destacó el manejo vocal que le enseñó Musetta, ya que ésta aparece "en el momento en que más densidad tiene la orquesta".


El éxito de "La Bohème" se debe, según Arteta, no sólo a "la espectacularidad" de la escenografía, sino también a "la naturalidad de los personajes, algo que, pese a los años, hace que el público se sienta reflejado en ellos".


Vargas, quien debutó en el Met en 1992 con "Lucia di Lammermoor" de Donizetti supliendo a Luciano Pavarotti, coincide con su compañera de reparto al asegurar que "La Bohème" es "una de las pocas óperas que son realmente perfectas, que se ha vuelto clásica en el sentido estricto de la palabra".


"Es una obra muy humana y eso la vuelve popular, una de las finalidades de la ópera", aseguró el mexicano, para quien el mundo de la lírica no debe ser visto "como una pieza de museo, sino como algo real y auténtico, como las vivencias de los jóvenes que retrata esta historia".


Vargas, quien reconoce que la ópera es "sumamente complicada", interpreta el papel protagonista de Rodolfo, enamorado de Mimí, un personaje al que ya dio vida hace quince años y en el que, asegura, ha sabido plasmar ahora su evolución profesional.


"Este Rodolfo es otro. En un período de mi vida lo veía un poco filosófico, pero ahora veo que es un ser humano con todas sus debilidades, un hombre que tiene miedo y que no se enfrenta a la realidad", explicó el tenor.


Otros personajes


Para Arteta, además, el reparto es "estupendo", ya que los principales personajes están representados "por artistas con el talento de Ramón Vargas, Angela Gheorghiu -una Mimí perfecta- o el barítono Ludovic Tézier, quien es maravilloso".


La batuta de Nicola Luisotti ha sido "un descubrimiento" para la soprano española, quien dijo que el "magistral" director italiano ha conseguido arrancar nuevos detalles "a una obra que para muchos lo tiene ya todo dicho".


Durante la conversación ambos cantantes se deshicieron en halagos al público neoyorquino y, por ende, estadounidense, ante el que dicen han crecido profesionalmente. "El público neoyorquino me ve con ilusión, porque hemos crecido juntos y me ha ayudado a fomentar esa pasión por ofrecerles algo mejor: una noche nueva cada vez", explicó Arteta.

Vargas siente que los amantes de la ópera en Nueva York lo han acogido "desde siempre con amor" y subrayó la credibilidad y honestidad que desprenden y que resulta "un buen termómetro" profesional, que por el momento le ha sonreído durante más de quince años.