Teatro

Els Joglars presenta Zaragoza su obra 'El Nacional'

El director de Els Joglars ha presentado en el Teatro Principal de Zaragoza 'El Nacional', obra con la que estará en la capital aragonesa entre el 2 y el 5 de febrero.

Albert Boadella
A Boadella le gustaría que el público del teatro fuera como el de los toros
EFE

El director de Els Joglars, Albert Boadella, huye del público teatral pasivo, que asume "todo lo que le echen" y que siempre aplaude al final en una especie de "síndrome de Estocolmo", y por eso, aficionado confeso a los toros, le gustaría que los espectadores que acuden a los teatros fueran "igual de libres" que los que acuden a los ruedos.


Boadella ha presentado este martes en Zaragoza 'El Nacional', que Els Joglars pondrá en escena en el Teatro Principal de la capital aragonesa del 2 al 5 de febrero, un montaje cuya primera versión concibió la compañía en 1993 y que, revisado, sirve ahora para celebrar su cincuentenario.


A su juicio, en el teatro se ha perdido "un poco" la medida de las cosas porque quizá ha habido y se han usado "demasiados medios" y a veces, la profusión de recursos no es "lo mejor, didácticamente", para los artistas, y ha podido contribuir a que se haya perdido el "sentido poético".


"Un actor desnudo en un escenario desnudo tiene que conducir al espectador a otros mundos y otras épocas por sus propios medios; ésa es la esencia del teatro", ha dicho Boadella.


La crisis económica, ahora, es "brutal", pero para Albert Boadella puede resultar "muy higiénica" para "tomar las cosas con filosofía" y para "cambiarlas".


También ha insistido en que el teatro tiene que distraer, porque en caso contrario es cuando se produce ese "síndrome de Estocolmo", se "secuestra" al espectador que, además, al acabar el espectáculo, aplaude.


Por eso, ha dicho que sería "bueno" que el público "se quejara" cuando una cosa no le gusta, como hace el público "libre" de los toros.


Respecto al espectáculo que traen a Zaragoza, ha enfatizado que 'El Nacional' es "el que mejor engloba" lo que siempre han sido Els Joglars, y por varios motivos.


Primero porque habla de teatro, teniendo en cuenta que éste "no es otra cosa que un reflejo de la sociedad"; segundo porque incluye aspectos "enormemente satíricos y crueles, pero contados con sentido del humor"; tercero porque demuestra que la compañía puede ser "salvaje y canalla" pero también "enormemente sentimental y emotiva", y cuarto porque también es un trabajo musical "muy profundo", con magníficos cantantes que también son estupendos actores.


La obra, no obstante, no es exactamente la misma que la compañía puso en escena por primera vez en 1993, porque aunque el contexto en el que se parió aquella también estaba sumido en una profunda crisis, en 2012 "el exterior" del teatro ha cambiado mucho, "no sólo en sus matices".


Habla de un personaje "quijotesco", un acomodador del que fue Teatro Nacional de Ópera, en la actualidad en ruinas, y que quiere resucitarlo.


Para ello se vale de mendigos e indigentes, y hasta de la señora de la limpieza, para conseguir acabar su misión y poner en escena el 'Rigoletto' de Verdi justo antes de que el teatro se desplome y se queme.


En las obras de Boadella, según él mismo ha explicado, sigue presente la crítica permanente al poder establecido, que Els Joglars han mantenido en todos sus montajes.


Pero frente a lo "fácil" que era la oposición a la dictadura, por ejemplo, cuando el enemigo era "claro" y "único", ahora el poder es "fantasmagórico" y "abstracto".