Cine

Treinta y tres años sin la silueta de Alfred Hitchcock

Este lunes se cumplen treinta tres años de la desaparición del mago del suspense.

Alfred Hitchcock.
Treinta y tres años sin la silueta de Hitchcock

Este lunes se cumplen treinta tres años de la desaparición de Alfred Hitchcock, el mago del suspense. Un cineasta que durante un tiempo fue denostado por realizar un cine 'comercial'. Sin embargo, fue ensalzado por la nouvelle vague francesa como uno de los mejores directores de la historia del cine.


Sus más de sesenta filmes y las series de televisión 'Alfred Hitchcock Presenta' y 'La hora de Alfred Hitchcock' son el testimonio de un cineasta que afirmaba que el cine no es un trozo de vida, sino un pedazo de pastel. Desde sus inicios en el mudo como rotulador de intertítulos hasta la dirección de sus primeras cintas en Inglaterra -entre ellas 'Blackmail' (1929), la primera película sonora británica-, y su salto a Hollywood y el posterior desencuentro con el productor David O'Selznick, el director creó un sello personal, un cine basado en el 'McGuffin', un pretexto o un objeto sobre el que giraban las tramas de sus historias.


Tachado de cineasta comercial o menor supo comprender lo que otros directores de cine rechazaron: el poder del medio televisivo en las décadas de los 50 y 60. Hitchcock combinó sus apariciones en la pequeña pantalla con grandes éxitos de taquilla. Su popularidad se disparó hasta tal punto que sus cameos en las películas tenían que incluirse al principio para que el público no perdiera el hilo de la trama.


Una sombra alargada

La huella de Hitchcock queda patente en cineastas actuales, desde Steven Spielberg a Martin Scorsesse, Guy Ritchie, Quentin Tarantino, Roman Polanski, Brian De Palma, Michel Hazanavicius y tantos otros. El cine, la televisión y la literatura siguen recordando su obra.


El canal ZTV emite desde comienzos de este año un ciclo dedicado al cineasta británico en el que se pueden ver obras maestras como 'Vertigo', 'Recuerda', '39 escalones' y 'Rebecca', entre otras. También el canal TCM ha ofrecido este año una programación especial con motivo del aniversario de su muerte.


Hitchcock sigue presente en libros de referencia sobre su vida y su obra como 'La cara oculta del genio' (T&B Editores), de Donald Spoto con traducción de Domingo Santos; 'Alfred Hitchcock Filmografía completa' (Taschen), de Paul Duncan. Traducción de Carme Franch y 'El cine según Hitchcock', de François Truffaut (Alianza Editorial). Traducción de Ramón G. Redondo. Alianza Editorial


El poder de la publicidad

Hitchcock supo como nadie manipular las emociones del espectador gracias a su talento y a su concepción artesanal, en los albores del cine. Antes de ser director tuvo diversos oficios: rotulador de intertítulos, asistente de director, director artísico. Durante uno de sus rodajes en los estudios UFA de Alemania conoció al director F. W. Murnau, de quien se confesó siempre un gran admirador. La concepción que Hitchcock tenía de la imagen muda queda patente en muchas de sus películas, en las que se presta una atención principal a lo que los personajes y el público ven, de manera excepcional, como pocos director han logrado transmitir.


Su idea de crear una “marca” en torno a su figura y su obra fue un referente en el “star system” hollywoodiense. En este aspecto, Dalí, -que colaboró en el filme “Recuerda”- también entendió la necesidad de publicitarse a sí mismo. El director británico creó una agencia dedicada exclusivamente a difundir todo tipo de noticias referentes a sus películas y proyectos.


Entre sus obsesiones cinematográficas estaban los estrangulamientos, las rubias, la policía,... Incluso en la vida real no perdonaba a sus actrices principales cuando le dejaban por otro. Estuvo tiempo sin dirigirle la palabra a Ingrid Bergman cuando ésta se marcho con Rosselinni, o cuando Audrey Hepburn rechazó participar en uno de sus filmes. Para colmo, durante la promoción de “Con la muerte en los talones” tuvo que verse relegado a un segundo plano, debido al éxito que estaba teniendo Hepburn con “Historia de una monja”, en la que hacía una de sus mejores interpretaciones. Ambas películas coincidieron en el Festival de San Sebastián en 1959.


Aún hoy, cuando uno entra en la ducha, lo hace con el temor de que alguien se abalance tras la cortina, como en la secuencia de Janet Leigh en “Psicosis”. Tal era la minuciosidad de Hitchcock que para rodar esta escena de 45 segundos, empleó seis días en un estudio para conseguir el clímax perfecto del asesinato. “Ni todos los malos son negros ni todos los héroes, blancos. En todas partes hay tipos grises”, afirmaba.