Festival de San Sebastián

Javier Rebollo y François Ozon dan vueltas a la narrativa San Sebastián

José Sacristán protagoniza 'El muerto y ser feliz', en la que Rebollo presenta a un matón que intenta recordar el nombre de su última víctima.

El actor asegura que su papel es "un traje a medida".
Javier Rebollo y François Ozon dan vueltas a la narrativa San Sebastián
AFP/RAFA RIVAS

La retórica doble y argentina de Javier Rebollo y José Sacristán en 'El muerto y ser feliz' y la magistral y multidireccional adaptación que François Ozon ha realizado de una pieza teatral de Juan Mayorga en 'Dans la maison', han explorado en San Sebastián originales formas de narrativa.


El español Javier Rebollo, autor de voz insobornable que ya ganó la Concha de Plata al mejor director con 'La mujer sin piano', vuelve a experimentar con las formas en 'El muerto y ser feliz', un viaje de 6.000 kilómetros por Argentina en el que un espléndido José Sacristán "huye de la muerte corriendo hacia ella", según el actor.


Vinculado a Buenos Aires por su extensa carrera teatral, Sacristán ha presentado este "traje a medida" que le han hecho Javier Rebollo y su guionista Lola Mayo, en el que los caminos de la película se dividen entre una omnipresente voz en off y unas imágenes que a veces le corresponden, pero otras veces no.


"Esa voz crea una sospecha sobre lo real, empieza siendo simplemente una descripción pero, ¡ojo! No se fía usted de todo lo que ve", ha explicado Rebollo, director de verbo brillante y propuestas siempre conceptualmente muy ambiciosas.


Si en 'La mujer sin piano' Carmen Machi emprendía un viaje circular sumamente insatisfactorio por una inusual noche madrileña, lo lineal atravesado por lo extraordinario compone ahora este atípico héroe, un matón a sueldo que intenta recordar el nombre de su última víctima antes de que le consuma un cáncer terminal.


Este personaje, en palabras de Sacristán, es una suerte de continuación del que protagonizaba la película que él mismo dirigió en 1986, "Cara de acelga", pero en su cara a cara con la muerte, el relato dista mucho de ser exhibicionista.


"Ver a Javier Bardem ('Mar adentro') como un moribundo que suda, adelgaza y sufre es una obscenidad y mucho trabajo", ha dicho Rebollo, apoyado por Lola Mayo, que ha asegurado que "igual que hay muchas formas de morir, hay muchas formas de estar muriéndose", por lo que lo máximo que se ve en Sacristán son dos tiritas en la frente.


"La película no es contradictoria, es paradójica. La memoria nos hace confundir. Este personaje es un Cid, un Quijote, un mito que se abre a todas las posibilidades del lenguaje, al presente, al pasado y al futuro en un mismo plano", ha concluido Rebollo a propósito de este 'El muerto y ser feliz', que ha dividido las opiniones y que todavía no tiene distribuidora en España.


Unanimidad total ha habido, en cambio, ante el juego metalingüístico que dibuja el prolífico y brillante cineasta francés François Ozon en 'Dans la maison', entretenimiento con distintos niveles de ingenio tejido sobre la obra teatral 'El chico de la última fila', del dramaturgo español Premio Nacional de Teatro 2007 Juan Mayorga.


Protagonizada por un extraordinario Fabrice Luchini y con la participación de Kristin Scott Thomas y Emmanuelle Seigner, 'Dans la maison' establece un cruce entre realidad y creación que comienza cuando un aburrido profesor de Literatura de un instituto se engancha al relato por entregas que le escribe un alumno basándose en sus propias experiencias.


"Es una película urdida con tres niveles intelectuales: el del placer orgánico inmediato, el de la reflexión para quien quiera hacerla y el de la ambición de divertir", ha resumido un hiperactivo y deslenguado Luchini, que ha acabado cantando en la rueda de prensa "La bella de Cádiz".


Ozon, que ha transitado en su carrera terrenos solemnes y poéticos en 'Mi refugio' (con la que ganó el premio especial del jurado en este mismo festival) y también el vodevil en 'Potiche' u 'Ocho mujeres', encuentra el camino intermedio en este engranaje perfecto que deslumbra al intelecto mientras acaricia la diversión, premiado no en vano con el premio FIPRESCI en Toronto.


"La obra habla sobre la necesidad de imaginar porque la vida no basta. Todos necesitamos ser como el sultán de Scherezade en 'Las mil y una noches'", ha resumido Mayorga, que ha alabado la adaptación de Ozon y ha agradecido que le convocara este domingo en San Sebastián.


Efectivamente, la película se convierte en un adictivo juego de apariencias que va desvelando profundas necesidades humanas, críticas despiadadas a la clase media francesa, divertidísimos mecanismos de manipulación y esa sensualidad polivalente característica de tan escurridizo y genial director.


"La película puede ir hacia todas las direcciones. Al drama, a la comedia, al suspense... Solo hay que entrar en el juego. Todo es posible e imaginable", ha dicho Ozon. Y es fácil imaginar que 'Dans la maison' entre con honores en el palmarés de esta 60 edición del Festival de San Sebastián.