Música y poesía

Dos poetas frente a frente

Amancio Prada y Gabriel Sopeña conversarán hoy en el Pablo Gargallo sobre poesía y música y canción en el SFZ

Gabriel Sopeña
Dos poetas frente a frente
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Amancio Prada (Dehesas, Ponferrada, 1949) y Gabriel Sopeña (Zaragoza, 1962) han conversado a menudo en los últimos tiempos: en la Aljafería, en distintos encuentros, en los teatros. Entre ellos hay una complicidad universal: la de la poesía, la de la música y la interpretación, la de la sensibilidad. Amancio Prada debutó en París hacia 1972 con George Brassens y grabó por entonces ‘Vida e morte’, un álbum que reflejaría sus intenciones: sería un cantante en gallego y en castellano y abrazaría la lírica, los textos de los poetas, como soporte de su creación.


A ese álbum siguieron otros: ‘A Rosalía de Castro’ o ‘Caravel de caraveles’. Y más tarde otra de sus obras maestras: ‘Cántico espiritual’ de San Juan de la Cruz, aplaudido y elogiado por Carmen Martín Gaite, por ejemplo. Y a partir de entonces, Amancio Prada no ha parado: ha grabado a Álvaro Cunqueiro, los poetas galaico-portugueses, a Agustín García Calvo, a Chicho Sánchez Ferlosio, a Manuel Vicent, a Leo Ferré (le ha dedicado un precioso álbum: ‘Vida de artista’) y a Jorge Manrique, entre otros muchos, como Miguel Hernández, Carmen Martín Gaite, Juan Ramón Jiménez, Celso Emilio Ferreiro y al propio Prada.


Gabriel Sopeña, por su parte, ha estado próximo a Más Birras, fue el líder de Ferrobós, luego pasó a El Frente, y siempre se movió en los terrenos de la poesía: como creador (su último poemario es ‘Máquina fósil’, publicado por Olifante en 2011), como arreglista, como compositor. Y eso se ve en sus propios álbumes, piensen en ‘Mil kilómetros de sueños’ o en los discos que ha preparado para Loquillo: ‘La vida por delante’, ‘Con elegancia’ y ahora ese monográfico de la poesía irónica, amorosa y narrativa de Luis Alberto de Cuenca: ‘Su nombre era el de todas las mujeres’. Pero, además, Gabriel es el compositor de proyectos colectivos como ‘Orillas’ o ‘Ciudad de la paz’, por citar ejemplos de su afán.


Amancio Prada es un músico fundamental de la Transición española. Es, como antes lo fueron Paco Ibáñez o Leo Ferré, la voz de la poesía. Una voz que bebe del pueblo, de la tradición, del canto con guitarra y zanfoña; Amancio es un peregrino que lleva un verso en la boca, una melodía colgada en el alma y en el hombro, es un místico y un trovador capaz de crear una especie de trance emocional e inefable. Es difícil encontrar en la historia de la música popular europea a un artista que diga con tanta belleza y claridad el verso, y con ese desgarro cuando es preciso. En Aragón ha ofrecido conciertos inolvidables: en Alhama de Aragón, en Veruela, en el Rincón de Goya, donde estrenó ‘Sonetos del amor oscuro’ de García Lorca con el pianista zaragozano Agustín Serrano, en el Principal con otro pianista aragonés como Pedro Navarrete. Y Gabriel Sopeña ha sido, con Plácido Serrano, el conductor de un programa como ‘Música y Patrimonio’ (Aragón Televisión), y el productor musical de varios LCD de Prames. Hoy, con ellos, en el Pablo Gargallo, seguirá sonando la música en un nuevo debate del SFZ (Sin Fronteras Zaragoza): sonarán la música, la poesía, la pasión por transmitir la emoción indeleble, el pájaro de la felicidad hecho cántico, memoria y palabra de luz.