Opinión

La luz del Renoir se apaga

La apertura de las salas Renoir a principios de 1997 fue acogida con alborozo por los aficionados. Se abría una nueva ventana a la posibilidad de ver cine diferente, incluso en versión original.


Con el tiempo se fueron difuminando algunas expectativas: a las de v.o. iba poca gente ,y las quitaron. Pero mal que bien   fueron pasando por sus salas películas que en otras no solían tener cabida.


Pero llegó el aluvión digital, el país se colocó en cabeza de las descargas de Internet –sin pagar, a ser posible-, la crisis se fue asomando, poco después nos alcanzó, ahora es una triste realidad, y las audiencias fueron bajando.


Total, que los aficionados que buscamos en las salas algo que destaque de la mediocridad imperante, resulta que no éramos tantos, y las recaudaciones se desplomaron, hasta que llegó el jefe –que además dirige el cotarro de la profesión- y mandó parar.


Ahora, a lamentarse y a tragarse lo que dicen que “demanda el público”. Malos tiempos para la cultura.