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Los legionarios romanos no llevan barba

La sorpresa de la temporada, por el momento, es 'Hispania', de Antena 3. Casi cinco millones de personas vieron el último episodio, emitido el miércoles. Sin embargo, los historiadores critican su falta de rigor.

La vestimenta femenina, demasiado atrevida para ser real.
Los legionarios romanos no llevan barba

Una serie de éxito, pero primaria, tópica y con errores de bulto. Así definen los historiadores el último éxito de la pequeña pantalla, 'Hispania, la leyenda'. El asunto, que empezó siendo objeto de conversación en círculos eruditos, ha saltado ya a los foros televisivos en internet. Y se ha armado tal revuelo que los productores (Bambú Producciones) han tenido que saltar a la arena de la polémica para decir que han contado con asesoría histórica (Mauricio Pastor, de la Universidad de Granada), pero que han sacrificado cosas en favor de la amenidad. Mientras tanto, la polémica crece, hasta el punto de que temas como si los legionarios romanos llevaban o no barba (parece que no), han acabado siendo objeto de arduos debates en la red.

Ninguno de los especialistas consultados por HERALDO ha conseguido terminar un capítulo completo de la serie. Francisco Pina, catedrático de Historia Antigua, vio el comienzo del primer capítulo... "y la historia en sí me pareció maniquea. Como me aburrió, ya no he visto nada más, y no tengo intención de hacerlo".

Todo limpio, demasiado limpio

Álvaro Capalvo, especialista en la época en la que está ambientada la serie (siglo II a. de C.), es contundente. "Lo han intentado hacer bien en algunos detalles, pero son la excepción. Por ejemplo, en una escena en la que los hispanos sin armas quedan rodeados por una legión han vestido con cotas de malla a los legionarios, lo que es un anacronismo estupendo, y los arqueros eran una excepción. Y desde luego no se habrían arriesgado a romper sus preciadas saetas para ajusticiar a campesinos indefensos... Las armas, defensivas y ofensivas, no se llevaban a todas horas. Se guardaban bien protegidas de la intemperie y solo se sacaban en el combate".

A Capalvo le sorprende también la limpieza. "Todos los actores van limpitos, pero limpitos de verdad, como si en la Hispania de la época el jabón y la ducha fueran de lo más habitual. Los soldados y los hispanos parecen recién salidos de la ESO o de la oficina, como si nunca hubieran cogido una hoz, con el pelo bien recortado y los cuerpos sin cicatrices. Los interiores de las supuestas tiendas legionarias son de risa, limpias relimpias, con cuatro muebles imposibles en ese contexto y sin las cosas que sí deberían estar colgando de todas partes y rellenando los suelos".

Al catedrático de Historia Antigua Guillermo Fatás, por su parte, hay muchas cosas que le dan risa, como "ver a los romanos tratándose de usted, o a los lusitanos haciendo otro tanto con los legionarios; o ver que a los lusitanos dedicados al pastoreo les incomoda el olor a boñiga... La serie me parece un tebeo infantil; es primario, falto de ingenio y un saco de tópicos. Tendrá exito, sin duda".

Destaca que en la serie las tropas romanas carecen al parecer de auxiliares, cuando toda legión era ayudada por un contingente auxiliar de similar tamaño. Y le parece "penoso" el estado mayor del pretor: se reduce a ese pobre tribuno llamado Marco, que es ayudante, verdugo, factótum y encargado de mandar patrullas compuestas de hasta cuatro y cinco hombres. De risa".

Aún apunta un fallo más, este sin duda por el afán de buscar morbo. "Asombra la necesidad del director de demostrar que las mujeres antiguas tenían pezones y no usaban sujetador, craso error, dado que existían el 'mamillare' y el 'strophium'. Lo usual para una mujer romana era llevar dos vestimentas (como antes la combinación y el vestido), de las que el interior era una túnica que llegaba hasta las rodillas".