Ana Santos: "La Biblioteca Nacional no puede ser un proyectoa corto plazo"

Le acompaña fama de buena gestora y de no arredrarse ante las dificultades. La directora de la Biblioteca Nacional encara sin temor los grandes retos a los que se enfrenta la institución y apuesta decididamente por todo lo digital.

La zaragozana Ana Santos dirige la Biblioteca Nacional desde hace cuatro años.
Ana Santos: "La Biblioteca Nacional no puede ser un proyecto a corto plazo"
Enrique Cidoncha

Ana Santos Aramburo (Zaragoza, 1957) dirige la Biblioteca Nacional con pulso firme desde febrero de 2013. En poco más de cuatro años ha puesto la institución en la senda del siglo XXI, aislándola de posibles vaivenes políticos y apostando por la cultura digital. Eso le ha valido recibir este año el premio HERALDO a los Valores Humanos y el Conocimiento, sucediendo así al científico Luis Oro, que lo recibió el año pasado.

Al poco de llegar al cargo aseguró que la Biblioteca Nacional se encontraba "en un momento clave" de su historia. En poco tiempo ha realizado muchos cambios para afrontar ese momento. ¿Cómo valora estos cuatro años de trabajo?

Para mí ha sido muy importante la aprobación de la ley reguladora de la biblioteca (en 2015) porque le ha dado la protección jurídica que necesitaba. Una institución de estas características precisa estabilidad y estar protegida de las alternancias políticas; no puede ser un proyecto a corto plazo porque es una institución de largo recorrido. También ha mejorado la consideración administrativa de la institución, que en estos años se ha abierto mucho, tanto al gran público como a los investigadores. En este momento colaboramos, gracias a convenios con distintas universidades, en 22 proyectos de investigación.

Y ha apostado fuerte por el mundo digital.

Ya se estaba apostando por ello antes de mi nombramiento. Pero la Biblioteca Nacional tenía que adaptarse aún más al mundo digital. Hay una parte muy importante del conocimiento y de la investigación que ya se está generando exclusivamente en internet, y es necesario preservar esos contenidos para generaciones futuras. Se está trabajando en esa dirección. Ya se han hecho varias recolecciones de todo lo publicado en la red sobre algunos temas que se han considerado muy importantes por su carácter histórico, como la proclamación del rey Felipe VI.

Y se continúa con la digitalización de los fondos antiguos.

Este es un proyecto totalmente estratégico. En estos momentos, a lo largo del año tenemos unos 150.000 préstamos en nuestras salas frente a los 5 millones de descargas de obras que hemos digitalizado. Hay que adecuar la Biblioteca Nacional a lo que la sociedad demanda, y eso supone, sin duda, reorganizar los servicios presenciales. El futuro, en cualquier caso, está en la red. Ahora estamos ‘colgando’ nuestros contenidos a través de Hispana, el portal de acceso al patrimonio digital y agregador nacional de Europeana. Pero trabajamos también en un proyecto, la Biblioteca Digital del Patrimonio Iberoamericano, en el que colaboramos 13 países. A través de este portal se puede desde descargar un libro a consultar un documento o incluso escuchar música.

La Hemeroteca Digital es una herramienta valiosísima.

Y tiene que serlo más. Se va a seguir digitalizando prensa histórica pero también guardamos la prensa digital actual porque será una importantísima fuente para los historiadores del futuro. Y la única forma de tener algo luego es conservarlo ahora.

Pero quizá haya problemas de coordinación. En España hay varios portales con prensa histórica digitalizada.

El problema es que varias instituciones han empezado, por su cuenta, a digitalizar sus fondos. Y, lógicamente, hubiera sido deseable una mayor coordinación. Los proyectos deben nacer coordinados porque, si no es así, luego es difícil lograr que lo hagan. En cualquier caso, hay competencias que la Biblioteca Nacional tiene por ley y que, lógicamente, no debería repetir nadie más. Las diferentes administraciones tienen que rentabilizar sus esfuerzos.

Porque el presupuesto, siempre, es limitado. El de la Biblioteca Nacional ha descendido en varios años en más de un 40%...

El presupuesto ha sufrido un descenso en los últimos años, pero no hay que olvidar la situación de crisis que ha vivido el país. Nosotros somos ambiciosos por naturaleza, porque la institución tiene proyectos importantes que llevar a cabo, y nuestra obligación es intentar sacar el máximo beneficio a todo lo que hacemos. La biblioteca, en cualquier caso, ha seguido funcionando y los indicadores de gestión son buenos. Las tareas básicas de la institución deben estar garantizadas con presupuestos públicos, pero hay que dar la bienvenida a todo lo que pueda ser incorporar aportes y ayudas externos. Buena parte de las digitalizaciones que hemos realizado no se hubieran llevado a cabo sin la ayuda de Telefónica y de Red.es.

Algunas labores que estaban externalizadas usted las ha recuperado.

Entiendo que hay cosas que se pueden externalizar y cosas que no. Externalizar lo que es inherente a una institución de estas características es, al final, una pérdida de conocimiento. Una institución como esta necesita bibliotecarios muy especializados en sus respectivas áreas. Y eso no se improvisa, solo se consigue a lo largo de los años y con una labor callada y constante de formación. En los años 90 se apostó por externalizar tareas como la catalogación y la atención en sala, y no era bueno. En parte se ha logrado resolver el problema: en 2015 se convocó un buen número de plazas de bibliotecario, aunque, desgraciadamente, no se cubrieron en su totalidad.

En una de sus jornadas laborales tipo, ¿a qué dedica más tiempo, a las labores de biblioteca o a las de gestión?

La gestión me lleva mucho tiempo, eso es indudable, porque es una tarea muy compleja.Una parte importante de mi trabajo es burocrática, y en parte es lógico porque tiene que haber controles y hay que sobrellevar esas tareas para que todo el esfuerzo no sea estéril. Para desarrollar nuestros proyectos, además, hay que buscar ayudas, apoyos y compañeros de camino. No se puede hacer de otro modo.

¿Qué le falta y qué le sobra a la Biblioteca Nacional?

Si le falta algo es difundir y promocionar más y mejor lo que hace y la labor que desempeña. Como institución, necesita que se la conozca mejor para que se la valore en su justa medida. Una Biblioteca Nacional es la institución donde se recoge la identidad de una nación, y los países que no la tienen a menudo la quieren comprar, y no pueden. Me gustaría que se la percibiera como lo que es, una institución esencial para la cultura española. Y sobrarle... creo que no le sobra nada. Quizá, y lo digo metafóricamente, puedan sobrarle ciertas inercias que siempre existen en todos los organismos relacionados con la Administración Pública. Pero se están corrigiendo.

El concepto de biblioteca está cambiando mucho.

Y tiene que hacerlo más. En realidad, lo que han cambiado no son las bibliotecas, sino el modelo de acceso al conocimiento. Y de una manera tan rápida que a muchos profesionales nos están sorprendiendo los cambios. Y es que hasta hace poco las bibliotecas eran los templos donde estaba depositado el saber de una sociedad, y ahora nos estamos encontrando con que esos conocimientos, esos saberes, resulta relativamente sencillo adquirirlos sin acudir a las bibliotecas. Es un cambio no ya de estas instituciones culturales, sino de la propia sociedad.

Es un cambio a la inversa del que se produjo en el siglo XIX, cuando aparecieron los primeros grandes bibliófilos, las primeras grandes colecciones de libros.

Colecciones que en algunos casos empiezan a verse ya como un problema porque los libros ocupan mucho espacio. Hace unos meses se anunciaba que la Biblioteca Nacional va a donar un millón de libros a las bibliotecas autonómicas. Suena a que andan intentando liberar espacio en sus almacenes.

No es esa la intención, aunque hay que tener en cuenta que cada año recibimos 500.000 ejemplares en todo tipo de soportes y, obviamente, ocupan espacio en las estanterías. Pero lo que se busca es otra cosa.

Entre 1957 y 2011, según la Ley de Depósito Legal, la Biblioteca Nacional tenía que recibir tres ejemplares de cada primera edición que se realizaba en nuestro país. A partir de este último año el número de ejemplares se redujo a dos. Es un periodo en el que en España se han publicado muchas obras relacionadas con la identidad de nuestras comunidades autónomas, y no tiene mucho sentido que nosotros guardemos aquí ejemplares por duplicado o triplicado de obras que a lo mejor no se encuentran disponibles en bibliotecas mucho más cercanas a usuarios que puedan demandarlos. Lo que se va a hacer no es aligerar estanterías, sino ofrecer a cada comunidad autónoma una lista con los libros que pensamos que les podrían interesar, para que cada una elija los que necesite. Lo que buscamos es racionalizar los recursos.

Al paso que vamos, muchas bibliotecas tendrán que cerrar. No las de referencia, como la que dirige, pero quizá sí las de algunos barrios o localidades pequeñas.

Creo que no, o al menos no en un número muy significativo. Lo que está claro es que el papel de muchas de ellas está cambiando, y en muy poco tiempo han pasado de ser lugares adonde se iba básicamente a leer, y se han convertido en espacios de convivencia, que ofrecen innumerables posibilidades de formación. Aquellas bibliotecas que sean capaces de convertirse en espacios diferentes van a permanecer. Y no solo eso, van a tener un papel protagonista en la sociedad a la que sirven. Porque ahora, más que nunca, resulta fundamental fomentar una cultura capaz de crear pensamiento crítico propio. Y las bibliotecas son fundamentales a la hora de crear personas capaces de moverse en este mundo tan lleno de amenazas. En cualquier caso, muchas cosas van a cambiar, están cambiando ya. El sentido tradicional de las bibliotecas va a desaparecer.

¿En favor de la cultura digital, donde casi nadie paga nada?

Eso también está cambiando. Cada vez se compran más libros electrónicos, porque poco a poco hay más conciencia de que detrás de un libro hay un esfuerzo editorial y un autor. Las plataformas han mejorado, las bibliotecas públicas ofrecen préstamo digital... Pero, indudablemente, es necesario emprender una campaña pedagógica para intentar cambiar la realidad, que no es otra que la mayoría de los libros digitales que se leen en España se piratean.

¿Qué se necesita para ser un buen bibliotecario?

Como en la mayoría de los trabajos, amar lo que uno hace y ser consciente del valor de la labor que se desempeña. Un bibliotecario es alguien que quiere prestar un importante servicio a la ciudadanía. Es una profesión muy vocacional.

Sin embargo usted la descubrió tarde.

Soy lo que soy, ya lo he dicho en alguna ocasión, por un azar del destino. Un día, en una biblioteca a la que acudía a estudiar, me encontré la convocatoria a unas oposiciones para auxiliar de biblioteca de la Universidad de Zaragoza. Me puse a estudiarlas al tiempo que terminaba la carrera... y aprobé. Tuve la suerte de que cayó un tema que me sabía muy bien, la historia de la imprenta en Zaragoza. Empecé a trabajar en la Facultad de Derecho y me gustó mucho. Quise aprender más, pedí el traslado a Madrid y poco a poco he ido pasando etapas.

¿Por qué su profesión es eminentemente femenina?

Hasta hace poco tiempo era una profesión con baja consideración social y sueldos escasos. Pero ahora están cambiando las cosas en todos los sentidos y hay mucha gente trabajando para que las cosas sean distintas. La de bibliotecario, hoy, es una profesión muy activa y cada vez se participa más en proyectos punteros de todo tipo. Se trabaja de manera coordinada, en equipos multidisciplinares y, en la medida en que avanza el mundo digital, se realizan desarrollos muy novedosos. La profesión está marcada por la transversalidad, porque no hay otra forma de responder a los retos a los que nos enfrentamos. Los bibliotecarios jóvenes tienen hoy una formación amplia y especializada, y confiamos mucho en ellos porque tienen un deseo permanente de aprender.

¿Cómo se imagina la Biblioteca Nacional dentro de unos años?

Como lo que es ya, un gran centro cultural. Esta cuestión, la de los principales retos a los que nos enfrentamos, fue abordada recientemente en una reunión de directores de bibliotecas nacionales europeas. Y la conclusión a la que llegamos es que seguiremos cumpliendo la finalidad para la que fuimos creadas, la de ser depositarios de la cultura de nuestro país, pero que sobre todo debemos ser grandes centros culturales. Nosotros ya lo somos, pero aún tenemos que serlo más.

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