Mavi Doñate: "Ejercer el periodismo en China supone un reto diario"

La periodista zaragozana Mavi Doñate es desde 2015 corresponsal de RTVE en Asia.

Mavi Doñate: "Ejercer el periodismo en China supone un reto diario"
Mavi Doñate: "Ejercer el periodismo en China supone un reto diario"

Lleva dos décadas trabajando en RTVE desde que llegó a Madrid a finales de los 90, tras comenzar su carrera periodística en la capital aragonesa en varios medios locales, entre ellos HERALDO. La periodista zaragozana Mavi Doñate es desde 2015 corresponsal de RTVE en Asia y reside en China, una país en el que informar libremente no siempre es tarea fácil. 


-¿Le sonó a chino cuando en 2015 le dijeron que iba a ser la nueva corresponsal de TVE en Asia?

Nooo (risas)... Siempre tuve el sueño de poder ejercer la profesión desde otro país para RTVE. Reconozco que más que a chino, me sonó a amplitud y a complejidad. Lo que sentí fue cierto vértigo proporcional a la distancia que nos separa, y no solo en kilómetros.


-Todo un reto profesional...

Yo diría que ha sido 'El Reto'. Trabajar fuera de nuestras fronteras supone siempre un gran cambio no solo en la forma de ejercer el periodismo, sino también en la vida personal con renuncias y una entrega superior al trabajo que solo te compensa si estás convencida de que te gusta tu profesión. Y luego está el destino, y China que, desde mi punto de vista, multiplica por diez todo esto. Es un reto diario.


-¿Pidió consejo en alguna ocasión a sus predecesoras, Marián Serén y Almudena Ariza?

A las dos. Tanto ellas como los otros predecesores, Rosa María Calaf, Rosa Molló o Vicent Sanclemente han hecho un trabajo estupendo. Yo recojo el testigo en una corresponsalía compleja en la que todos han dejado mucho de sus energías, ilusiones y buen quehacer. El consejo principal que me dieron casi todos es armarse de paciencia, no prejuzgar, e intentar disfrutar aprendiendo día a día. Y en esas estoy.


-¿Conocía previamente China, así como otros países asiáticos?

Es una parte del mundo que siempre me ha fascinado. En mis primeras vacaciones en la tele, cuando entré hace 20 años en un recién abierto Canal 24 Horas, cogí lo ahorrado, la mochila y me fui a Tibet y Nepal. Dos décadas después, me tocó cubrir el terremoto en Katmandú y un mes y medio después me incorporaba a la corresponsalía. Pero hubo muchos veranos o vacaciones en las que la mochila se llenó también con las Lonely Planet de Camboya, Vietnam, Tailandia, Filipinas e incluso China, donde estuve por primera vez en 2012.


¿Resulta complicado hacer su trabajo en un país un tanto restrictivo con los medios de comunicación?

China es difícil. A un idioma y cultura muy diferentes que implican un mayor esfuerzo y empatía para entender lo que te rodea, se suman los obstáculos propios de un sistema restrictivo en libertades y derechos humanos como la censura, el control excesivo por parte del poder, poco acceso a las fuentes... De entrada, ejercer como periodista en Pekín es, objetivamente, una tarea compleja pero es algo con lo que se cuenta. Creo que resulta peor cuando esos obstáculos se dan en sistemas democráticos, y no se puede negar que, por ejemplo, en nuestro país, la prensa está sometida a poderes políticos o empresariales que imponen su propio control.


-En Asia ha cubierto algunas historias duras, ¿cuál es la que más le ha impresionado?

Llegué con la explosión de Tianjin en la que murieron más de 170 personas por almacenar un auténtico polvorín en un núcleo urbano , seguí con el aniversario de los 70 años del Partido de los Trabajadores en Corea del Norte, donde respiras el miedo y el sinsentido de una dictadura férrea... En China hablamos de derechos que se ceden por tradiciones, o de muertes por inseguridad laboral en fábricas y minas... Pero Asia, y China, también da noticias maravillosas, divertidas y llenas de esperanza de una sociedad que está cambiando, de una gente joven consciente de que quizá haya que levantar la voz contra el Partido, aunque sea bajito y poco a poco, para cambiar por ejemplo cosas tan cotidianas como la excesiva contaminación, o los derechos de las mujeres.


-¿Ha aprendido el idioma desde que está allí?

Estoy estudiándolo siempre que el trabajo me permite huecos para dar clases o memorizar palabras y sonidos fonéticos imposibles. Pero es un idioma tan bello que merece la pena estudiarlo y saber un poquito de él. Me encanta la sabiduría de las palabras. Por ejemplo, 'Crisis' se escribe con dos caracteres que significan por sí solos peligro y oportunidad.


-¿China es tan diferente de España como se piensa desde fuera?

Es diferente pero con costumbres que nos acercan. Son familiares, les gusta la fiesta, que siempre es alrededor de una mesa con buena comida y bebida. Es un pueblo acogedor y simpático.


-¿Siempre es fácil encontrar informaciones que interesen en Occidente?

Yo siempre digo que las historias surgen de las diferencias que hay entre el gran desarrollo económico y tecnológico en el que están sumidos y que es superior a lo que tenemos en España; y por otra parte, una sociedad que se ha quedado anclada en lo que fueron nuestros años 50, un sistema político autárquico y dictatorial impuesto por el Partido Comunista que llega a cada rincón de la vida cotidiana, y un ayer e historia reciente llena de dureza e injusticias que han perfilado el modo de ser un pueblo. De toda esta mezcla siempre saldrá algo que nos interese, por moderno, curioso, injusto, atroz, siniestro o maravilloso.


-Antes de entrar en TVE, trabajó en varios medios en Aragón ¿Qué recuerdos tiene de aquella primera época en el periodismo?

Todavía me acuerdo de compañeros que me ayudaron, jefes que fueron maestros, historias surgidas en este mágico Aragón que me hacían crecer cuando las contaba. Recuerdo el sonido de la máquina que escupía los teletipos, y el jaleo de una redacción tan viva como la de HERALDO en esos años 90. Tampoco olvido las carreras por los pasillos de RNE-Zaragoza para radiar la crónica, las prisas en EFE y Europa Press para lanzar el teletipo... En fin, en esta profesión todo cuenta, todo suma, y en cualquier lugar por pequeño que sea se puede hacer Periodismo, así con mayúscula. Y creo cada vez más en la prensa regional, verdadera escuela.


-Usted es de Zaragoza, pero no solo echa de menos la capital aragonesa...

Recuerdos de infancia y adolescencia me llevan también a lugares estivales. A Maella, un pueblo de Zaragoza donde pasé algunos maravillosos veranos, y al Pirineo oscense: Benasque, el Valle de Pineta, Ordesa y Monte Perdido donde iba de campamentos.


-¿Cuál es su rincón favorito de Aragón para desconectar?

Tengo dos. Pasear por las riberas del Ebro en Zaragoza viendo el Pilar y mi querida Panticosa. Las montañas siempre me recuerdan que todo es relativo y que toda cima requiere de mucho esfuerzo y preparación.

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