La influencia de amigos es clave para que las ideas se hagan virales

Un investigador de la UZ afirma que la aceptación de una idea depende de nuestra red de conocidos.

La aceptación de una idea o producto por parte de nuestra red de conocidos es un factor decisivo a la hora de que se conviertan en virales, tanto o más incluso que su atractivo o interés, según un trabajo liderado por el investigador de la Universidad de Zaragoza Jesús Gómez-Gardeñes.


El estudio, en el que han colaborado las universidades de Aberdeen, Cambridge y Nacional de Colombia, ha elaborado el primer modelo matemático que incluye este factor para explicar los contagios explosivos o viralidad en redes sociales.


La investigación ha sido recientemente publicada en la revista Scientific Reports, del grupo Nature, han informado fuentes de la institución académica aragonesa en un comunicado.


El modelo plantea que movimientos sociales masivos como la Primavera Árabe, Occupy Wall Street o los Indignados del 15-M, entre otros, se propagan de forma similar a los patógenos o enfermedades infecciosas y destaca que, al igual que en el caso de los virus, el contagio social no siempre da lugar a una gran epidemia en que las ideas o productos se aceptan de forma masiva.


Los fenómenos virales se consideran una excepción y están caracterizados por su explosividad, de manera que la transición desde la fase inicial en la que la aceptación de la idea es mínima a la fase viral ocurre de manera abrupta sin apenas existencia de señales de alerta.


Para averiguar los mecanismos que determinan qué un fenómeno se convierta en viral de forma explosiva, los investigadores han analizado en primer lugar las similitudes entre la propagación de un virus y la de un rumor o idea.


En este sentido, un virus se propaga más o menos eficientemente en función de la infectividad del patógeno y el número de contactos que se establezcan entre los individuos de su población, factores que intervienen también en la propagación de ideas, siendo el atractivo de las mismas el factor equivalente a la infectividad del patógeno.


Sin embargo, estos dos factores no son suficientes para explicar la explosividad, la razón por la que, por ejemplo, vídeos que circulan por internet se convierten en virales a pesar de no presentar un atractivo especial, siendo compartidos en todo el mundo en un periodo de tiempo muy breve.


Es ahí donde el equipo liderado por Gómez-Gardeñes introduce un factor de análisis decisivo: la influencia que ejerce su red de conocidos en la decisión del individuo a la hora de adoptar una idea o producto, un aspecto que siempre ha existido en el contexto social pero que ahora se ha visto reforzado de forma significativa gracias a las redes sociales como Twitter o Facebook que favorecen, casi en tiempo real, la sinergia de nuestras preferencias individuales con las de nuestro entorno social.


Los modelos propuestos sugieren que, paradójicamente, las transmisiones explosivas a la viralidad son frecuentes cuando hay mucha reticencia a aceptar una idea en situaciones en que aún no ha sido adoptada en el entorno social cercano del individuo.


Según los investigadores, esta reticencia actúa como barrera para la difusión y, por lo tanto, hace que la idea no alcance los niveles de popularidad que podría merecer por su atractivo o calidad.


Las conclusiones de la investigación se basan en simulaciones numéricas y cálculos analíticos. Una vez detectado el mecanismo que produce estas cascadas de adhesión virales y con la ayuda de las plataformas sociales actuales, el modelo podría ser utilizado, según sus responsables, para diseñar estrategias que impulsen la difusión de productos o ideas innovadoras o para reducir el riesgo de epidemias de comportamiento social no deseado.

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