Una protesta anómina, una broma callejera o una llamada de atención. El propósito no está muy claro, pero sí el resultado. La actuación de una especie de ‘Anonymous’ antiexpo ha dejado marcadas varias obras del legado de la muestra de 2008.

Haciendo uso de la ironía, algunas de estas actuaciones artísticas que se llevaron a cabo en el meandro de Ranillas han sido etiquetadas con su precio –el coste real de su creación e instalación- y una supuesta fecha de caducidad: septiembre de 2008.

La iniciativa no ha pasado desapercibida para los defensores del legado de la Expo ni para muchos de sus habituales usuarios. “Me parece una chorrada y una forma de manchar”, señalaba Antonio Rubio, un jubilado que acostumbra a pasear por el frente fluvial. Otros, como José Luis, que utiliza las riberas para practicar ‘footing’, sostiene que “por lo menos, critica con gracia”.

La Noria siria, un regalo de aquel país para la Expo de Zaragoza, ha sido uno de los objetivos. Su valor, como muestran las imágenes, 439.000 euros. Tampoco se ha librado del etiquetado la estructura Espacios Aparentes, o más conocido como laberinto de agua, donde los más pequeños se refrescan en verano. Su precio alcanza los 608.000 euros.

Un agravio más

Haga más o menos gracia, muchos ciudadanos ven este tipo de actos como un nuevo agravio al legado de la Expo, especialmente afectado por el vandalismo y la dejadez de las instituciones.

La lista es de envergadura: pintadas en la pasarela del Voluntariado y en el pabellón de Aragón, baldosas y elementos decorativos desprendidos, escasa o nula iluminación de los iconos de la muestra o suciedad y rotura de cristales en el puente del Tercer Milenio son achaques que se prolongan en el tiempo desde aquella fecha de caducidad, en septiembre de 2008.