El laurel 'centenario' de Torrero podría tener 'un hijo'

El árbol murió en 2012 pero una vecina del barrio conservó un esqueje que ahora mide 3 metros.

Homenaje vecinal al laurel de la cárcel de Torrero
Homenaje vecinal al laurel de la cárcel de Torrero
Heraldo

Corrían principios de siglo cuando los padres de José Jorge Cebollada, Teresa y Jorge, hicieron una visita a la antigua Cárcel de Torrero. Curiosamente, a su madre le llamó la atención un laurel en uno de los patios de la prisión, así que decidió llevarse un esqueje.


Hasta aquí podría ser una historia sin mucho que decir, si no fuera porque el chito correspondía al árbol centenario de Torrero que murió en 2012 y por el que tanto desvelos han tenido los vecinos del barrio zaragozano.


El laurel se salvó de la tala gracias a la catalogación como árbol singular aunque desafortunadamente este pasado 6 de junio tuvo lugar la caída del tronco.


A escasos 200 metros de su extinto emplazamiento, concretamente en la calle Barbastro, un árbol de 3 metros adorna el frente del edificio número 9.


Teresa, cuidadora del heredero del árbol más conocido de Torrero, lleva años suministrando laurel a sus vecinos y se muestra dispuesta a ponerlo en manos del Ayuntamiento de Zaragoza para trasplantarlo.


Desde la Asociación de Vecinos Venecia – Montes de Torrero conocen la existencia de “varios esquejes repartidos por el barrio”, de hecho, están a la espera de que se asiente la corporación municipal para reunirse con el Ayuntamiento en relación al asunto: “Propondremos que se replante y se cambie la tierra por una de calidad”, comenta Joaquín Salvador, miembro de la asociación que propone construir un memorial con la madera que conservan de la poda.


El laurel se convirtió en un símbolo de libertad y recuerdo, explican, suponía el único árbol dentro del recinto penitenciario. Recuerdan que una gran nevada caída sobre Zaragoza en 2005 y un posterior vendaval de viento en 2009 marcaron un punto de inflexión en la salud del laurel -reduciendo sensiblemente su superficie foliar- del que no pudo recuperarse, y acabó muriendo en 2012. Además, también le afectaron las inclemencias del tiempo ya que siempre había estado guarecido entre los muros de la prisión.


Javier Delgado Echevarría, un apasionado de los árboles, es un gran conocedor de la historia del laurel y por ello rechaza llamarlo “centenario”, manifiesta que fue plantado durante la dictadura de Primo de Rivera, aproximadamente en 1928: “Se plantaron laureles en varios edificios institucionales importantes como el Cuartel Palafox o la Confederación Hidrográfica del Ebro”.


Echevarría recuerda que el laurel pasaba desapercibido para los presos por el emplazamiento casi de paso anecdótico para los reclusos, junto a la enfermería. Se afana en señalar que no eran los internos quienes se encargaban de su cuidado de forma altruista, sino que se mantenía gracias al gremio de jardineros en concepto de redención de penas.


Otro punto con el que no se encuentra satisfecho es con la actitud que las diferentes asociaciones vecinales han mostrado con la planta, ya que, según reclama, tomaron como méritos propios las actuaciones que se fueron llevando a cabo por parte de Parques y Jardines, cuando en realidad se trata de procedimientos habituales en esas situaciones.


No obstante, centenario o no, el caso del laurel cuya libertad le costó la vida, podría tener un heredero directo próximamente en Zaragoza gracias al esqueje cortado por la vecina de Torrero Teresa Izquierdo.