Bandas organizadas esquilman todo el Bajo Ebro para exportar el pescado a Rumanía

Los furtivos actúan desde el embalse de Mequinenza hasta el delta capturando toneladas de peces que luego venden sin control. La Guardia Civil investiga a dos empresas de Castellón.

500 kilos más y una zódiac en otra furgoneta. El pasado día 15 la Guardia Civil interceptó en Caspe otra furgoneta en la que dos furtivos llevaban una zódiac, 500 kilos de peces y 3.000 metros de redes.
Bandas organizadas esquilman todo el Bajo Ebro para exportar el pescado a Rumanía
Heraldo

Las capturas masivas de peces en el Bajo Ebro no son un fenómeno puntual y aislado, sino que existen bandas perfectamente organizadas que esquilman el río con redes para luego exportar el pescado a Rumanía sin ningún tipo de control sanitario. Estos grupos actúan desde el embalse de Mequinenza hasta el delta y tienen montado un negocio tan ilegal como lucrativo, ya que mueven decenas e incluso cientos de toneladas de carpas, siluros, luciopercas y otras especies que en el este de Europa sí tienen valor comercial.


La Guardia Civil es consciente de esta actividad ilícita. De hecho, según ha podido saber HERALDO, este cuerpo investiga a dos empresas de Castellón de las que sospecha que se dedican a preparar los peces capturados en el Ebro para su exportación y venta en Rumanía. Al tratarse de organizaciones que actúan en varias provincias a la vez, en las pesquisas colaboran varias comandancias. No obstante, la investigación está siendo complicada, ya que los furtivos actúan en zonas remotas y de difícil acceso -muchas veces se mueven por la noche y en barca, y parece que incluso llegan a vigilar las carreteras-. Además, los agentes necesitan sorprenderlos in fraganti: para imputarles un delito contra la fauna tienen que verles pescando con redes y para acusarles de un delito contra la salud pública deben poder demostrar que los peces se van a vender.


Se sospechaba desde hace años


Los pescadores aragoneses llevan años alertando de que se están haciendo capturas masivas para destinarlas al consumo humano. Esas denuncias se han acentuado desde el pasado verano, a raíz de que la Guardia Civil interceptara dos veces a una misma furgoneta con sendos cargamentos de más de 2.000 kilos de carpas y siluros. Sin embargo, la realidad es aún peor de lo que se imaginan los buenos aficionados.


Según ha podido confirmar este periódico de distintas fuentes bien informadas, los furtivos son muchos y están muy bien organizados. Aunque es imposible saber cuántas bandas de este tipo están esquilmando el Ebro, sí parece seguro que hay más de una. Los cabecillas de estas mafias cuentan con varios grupos de personas a su cargo que son los que hacen el trabajo sucio: se dedican a hacer las pescas masivas con redes y a trasladar las capturas obtenidas hasta los puntos desde los que son enviadas a Rumanía.


Cada uno de estos grupos disponen de furgonetas para transportar la mercancía, de forma que entre el Bajo Ebro zaragozano y el delta pueden estar moviéndose en torno a una decena de vehículos. A base de verlos y de sospechar, los pescadores y la Guardia Civil ya disponen de la descripción y la matrícula de varios de ellos, pero por ahora los cargamentos interceptados no han permitido llegar hasta los cabecillas.


Los dos decomisos consecutivos realizados a una misma furgoneta en verano se saldaron con sanciones administrativas. Por contra, el pasado 15 de noviembre la Guardia Civil sí detuvo e imputó penalmente a dos rumanos a los que sorprendió con peces, redes y una zódiac -aunque lo habitual es que el juez les condene a pagar una multa, al menos se consigue que a esos infractores les consten antecedentes por este tipo de hechos que sí pueden llevarlos a prisión si vuelven a delinquir-. En los tres casos, los furtivos dijeron que llevaban el pescado a Castellón, la provincia en la que el instituto armado investiga a dos empresas.


Lógicamente, las ramificaciones de estas mafias llegan hasta Rumanía para poder introducir el pescado importado ilegalmente en la cadena alimentaria de ese país. Al parecer, al menos una de ellas hace pasar los peces del Ebro como capturas procedentes del delta del Danubio, otro gran río en el que también se pescan especies como el siluro o la carpa.


Un negocio lucrativo


En cuanto al alcance de este expolio ilegal, es muy difícil hacer un cálculo de cuánto pescado pueden estar extrayendo del Ebro estas bandas. No obstante, parece claro que puede hablarse de cientos de toneladas cada año. En las cuatro grandes incautaciones de los últimos meses se les han intervenido más de 5.000 kilos de peces, pero esos cargamentos suponen solo una mínima parte de todas las capturas que pueden estar realizando semana tras semana alrededor de una decena de furgonetas de furtivos -cada una de ellas equipada con miles de metros de redes-.


Ese enorme volumen de pescado se obtiene sin más gasto que el de pagar a los furtivos que lo capturan, prepararlo y transportarlo hasta Rumanía. Según explican los pescadores de ese país, allí el kilo de carpa y de siluro se paga en los mercados a entre 2,5 y 4 euros, lo que permite hacerse una idea del beneficio que este negocio puede dejar a sus cabecillas.