Dicen que encontrar un trébol de cuatro hojas trae buena suerte. Los vecinos de la calle de Lugo, y por extensión, del barrio zaragozano de Torrero, lo encontraron hace un cuarto siglo y desde entonces les ha ayudado a asistir a niños y adolescentes prestándoles atención social, educativa y lúdica.

Ayer, el centro de tiempo libre El Trébol celebró su vigésimo quinto aniversario en su sede con un espectáculo de baile, la proyección de un vídeo, unas breves palabras del presidente de la asociación, Román Casas, y un turno de intervenciones abierto a todo el barrio.

Javier Martínez, coordinador del centro, explica que este proyecto surgió a raíz de colaborar con Cáritas en las colonias urbanas que realizaban durante los meses de verano. "Al terminar las vacaciones nos preguntamos qué pasaba con los chavales con los que habíamos estado, a lo que respondimos programando más actividades a lo largo del año", narra Martínez. Primero, se instalaron en una sala cedida por la asociación de vecinos de Torrero hasta que encontraron un local y lo alquilaron. Casas asegura que, pese a los años, han mantenido "la esencia del principio cada día".

Ahora, funcionan como centro municipal, con la correspondiente ayuda que el Ayuntamiento de Zaragoza destina a los 33 centros de tiempo libre que figuran en el registro. También cuentan con apoyo por parte de Caixa Proinfancia pero el coordinador subraya el importante trabajo y la aportación de los socios y voluntarios. Actualmente, en El Trébol trabajan voluntariamente 35 personas que cuentan con el apoyo de otra treintena que les ayuda de manera ocasional.

Nadie se perdió la celebración de ayer: voluntarios, trabajadores, familias... Destacó la presencia de Cristina García, secretaria general de Cáritas; Julio César, de Acción Social del Consistorio; y Pedro Campos, representante de la Federación de Fútbol Sala.

25 años apoyando al barrio

La labor que desempeñan ayuda a más de 200 niños y adolescentes, de edades comprendidas entre los 4 y los 22 años, de los que un alto porcentaje se encuentra en riesgo de exclusión social. Los niños provienen de entre 150 y 160 familias con diferentes perfiles tanto sociales como económicos y étnicos. Las características de los chicos con los que trabajan reflejan las del barrio: "Hace un años la mayoría de los chavales que asistíamos eran de etnia gitana, sin embargo, ahora hay más extranjeros, ya que su presencia ha aumentado en Torrero", explica Martínez.

En el centro cuentan con una biblioteca y una ludoteca, en las que se desarrolla el proyecto de animación a la lectura ‘Baúl’. Además, organizan talleres, actividades psicomotrices y deportivas, entre las que destacan los equipos de fútbol sala y baloncesto. "Tienen mucho éxito y funcionan muy bien con los adolescentes", explica el coordinador.

"Somos un elemento importante del barrio", expresa Román, que ha sido voluntario durante 20 años. "Sentimos el cariño de la gente y su agradecimiento y eso nos empuja a seguir adelante".