​Joyas que evocan la historia de Aragón

Museos y orfebres se inspiran en elementos artísticos para crear sus colecciones.

Colgante con casetones del artesonado de la catedral de Teruel, de Tena
​Joyas que evocan la historia de Aragón
M. Penacho

Lo que décadas atrás comenzó en los museos como el austero rincón donde se adquirían los consabidos catálogos, las tiendas de estos centros han llegado a convertirse en espacios de diseño con interés propio, donde se ofertan un sinfín de artículos inspirados en las obras más señeras de sus colecciones.


Así, juegos, moda, complementos o hasta productos para el hogar, artículos cada vez más especializados para un público más numeroso y heterogéneo, copan las estanterías de estas boutiques. Y en un trabajo de mayor significado histórico y carga documental, los centros de arte se han hecho con líneas propias de bisutería y joyería, como vía para extender la experiencia museística y ofrecer recuerdos simbólicos y diferenciadores.


Grandes museos como el Thyssen o el Louvre ofrecen originales réplicas de piezas que se lucen en los cuadros o elementos inspirados en épocas artísticas, golosinas para los amantes del ‘vintage’ o para quienes buscan adornos originales. Collares con flores de papel inspiradas en el impresionismo o colgantes con hormigas tomadas de la exposición ‘El surrealismo y el sueño’ son algunos de los detalles ‘chic’ que se encuentran estos días en la pinacoteca madrileña.


También en Aragón se encuentran piezas singulares que beben de la historia y del arte de su entorno más cercano. Los trabajos de restauración del palacio arzobispal previos a la inauguración del Museo Diocesano de Zaragoza sacaron a la luz la decoración de la capilla gótica del siglo XV, que había permanecido oculta 400 años por un muro renacentista. Ahí se encontró el rosetón que forma parte de la imagen corporativa del centro y que se ha trasladado a una colección de joyería propia, obra de Fernando Piró. “Se eligió como logotipo del museo por su interés histórico artístico y por su belleza estética, ya que esta capilla fue usada también por personajes importantes de la familia real, como Isabel la Católica cuando venía a Zaragoza y residía en este palacio, además de ser un buen ejemplo del estilo gótico flamígero”, explican desde el museo.En simbolismo del Patio de la Infanta

De la mano de Piró han salido otras colecciones a partir de iconos tradicionales, como la línea Hispanidad, con la silueta de la Virgen del Pilar sobre fondos estampados con los mapas de América, en alusión a la globalidad de la tradición mariana, que se venden en el Museo Ibercaja Camón Aznar y en el Patio de la Infanta. El simbolismo y la belleza que encierra este espacio renacentista también ha servido de inspiración para labrar piezas a partir de sus querubines esculpidos y de las formas de la columna de Mercurio. “Me inspira mucho la tradición arquitectónica, aunque no lo utilizo de una manera muy evidente”, explica Piró, que recurre con frecuencia a texturas de mosaicos y celosías que integra en las piezas.


Por su parte, en el Museo de Zaragoza, motivos decorativos del retablo de Santa Cruz de Blesa, de estelas funerarias de la Edad de Bronce o del retrato de Alfonso V, de Juan de Juanes, han sido rescatados para su colección de pulseras y colgantes en plata.Modernismo y mudéjar a pequeña escala

En la tienda de la Fundación Amantes de Teruel rebosan los corazones y los efluvios del amor imposible. El visitante puede llevarse su propio retazo de la trágica leyenda con diversos artículos de bisutería y joyería creados a partir de la simbología de Isabel y Fernando. “Pretendemos atender la demanda del público que quiere un recuerdo diferente, pero también vender productos de diseñadores turolenses”, explican desde la Fundación.


Y con los Amantes, los otros dos signos de identidad del patrimonio turolense, el mudéjar y el modernismo, también han provocado el talento creador de los artesanos con originales diseños en los que se encuentran figuras del artesonado de la catedral, lacerías y estrellas mudéjares o hasta las sinuosas forjas de los balcones modernistas siguiendo, en lo posible, el rigor en estas réplicas a pequeña escala. “A la plata le damos una pátina negra para que recuerde más a la forja, y gusta porque son diseños distintos”, dice el joyero Julio Tena en referencia a la línea modernista. “Lo más complicado es hacer los primeros diseños porque tienen formas muy curvas. La pieza requiere de mucho estudio, se diseña en el ordenador y se adapta a la posición que quieres darle”, explica.El románico de Jaca como inspiración

En Jaca, la evocadora atmósfera medieval lo inunda todo. De las piezas expuestas en el Museo Diocesano de Arte Románico y de la propia catedral beben los orfebres jacetanos para malear piezas que redundan en el sentimiento de pertenencia y en el amor al patrimonio propio.


La excepcional decoración de los roleos de la reja de la ermita de Santa María de Iguácel, el sarcófago de doña Sancha, ambas piezas en el museo diocesano, o los capiteles historiados de la catedral son algunos elementos que han sugerido diseños a los joyeros jacetanos. “Son tesoros históricos de nuestro patrimonio y nos sirven de llamada al público local y al visitante”, dice Ángel García, que apunta la dificultad de recrear con minuciosidad y a tamaño tan pequeño elementos con profusión de detalles, como los capiteles. “El público valora estas piezas y se han aceptado muy bien. Empezamos hace años y hemos ido ampliando las colecciones”.