La biblioteca Cubit cambia sanciones por material escolar para los institutos del barrio

En distritos como el Picarral o Las Fuentes buscan fórmulas para que los niños no vayan al colegio sin desayunar

En la biblioteca ya han empezado a preparar la cartelería para anunciar la campaña.
La biblioteca Cubit cambia sanciones por material escolar para los institutos del barrio
José Miguel Marco

Cambio sanción por una inversión en conocimiento. Ese es el ‘leitmotiv’ que ha llevado a la biblioteca Cubit (en La Azucarera) a poner en marcha una campaña que intentará descargar a los morosos de su castigo (normalmente no pueden utilizar el servicio de préstamo durante tantos días como se hayan retrasado en la devolución) y que hará más llevadera para cientos de chavales la particular cuesta de septiembre. 


La iniciativa, bautizada como ‘En septiembre, empieza de cero’, no es una imposición y está abierta también a los que cumplen con sus obligaciones: la alternativa de aportar material escolar es voluntaria, y quienes no puedan o no quieran llevar cuadernos o bolígrafos pueden seguir como hasta ahora. 


En principio, los sancionados sin préstamos de libros, películas o música de 1 a 15 días verán levantado su castigo si lo canjean por artículos de papelería (bolígrafos, lápices, gomas de borrar, pegamento, sacapuntas, etc). Los que se hayan retrasado de 16 a 30 días tendrán que arrimar un poco más el hombro, y aportar cuadernos, láminas de dibujo o paquetes de folios. Los sancionados de uno a dos meses pueden hacer una donación de carpetas, estuches, archivadores, agendas o compases. En el caso de que sean más de dos meses, se estudiará cada situación en particular. Eso sí, no se admiten libros de texto, solo material complementario y, a poder ser, nuevo o en buen estado. 


La iniciativa busca paliar las necesidades económicas de los alumnos en el inicio de curso, y todo se donará a los institutos del distrito (La Azucarera y el Pilar Lorengar), aunque si se consigue un buen acopio de material podría llegar a otros centros educativos de la ciudad, como el Pedro de Luna, al que acuden alumnos del Hilarión Gimeno y del Cándido Domingo. Serán los equipos directivos los que, en colaboración con las ampas, distribuyan el material. Acción "pedagógica"

Pilar Bordonaba, técnico sociocultural de la biblioteca, explicó que la idea surgió a medias con la junta de distrito del Arrabal. La presidenta de la junta, Lola Ranera, recalcó además ayer que se trata de una iniciativa no solo solidaria sino "pedagógica", ya que la mayoría de los usuarios de estos recursos son jóvenes.


"Es positivo que los chavales que se han retrasado asuman ellos mismos su responsabilidad y lo puedan hacer aportando algo que es valioso para otros", comentó.


En este tiempo, ha habido otras iniciativas parecidas. Por ejemplo, la biblioteca CAI Mariano de Pano y Ruata decidió eliminar las sanciones de los morosos a cambio de que aportasen un kilo de alimentos no perecederos. En un año recogieron una tonelada que se entregó al Comedor del Carmen. 


Además, ampas y vecinos de toda Zaragoza se están movilizando por el bien de los niños de hogares con necesidades. En el mismo distrito, la semana que viene calienta motores la reedición de los ‘Desayunos solidarios’. Desde hace dos cursos escolares, la asociación de vecinos del Picarral recoge alimentos y los distribuye entre las familias del entorno que ni siquiera pueden garantizar un vaso de leche y unas galletas para sus hijos.


"La red llega a unos cien niños de 25 familias y el próximo martes iremos al Banco de Alimentos para recoger provisiones", comenta un representante de la entidad, Juan José Jordá. Además, si reciben otro tipo de alimentos, también los reparten. "Es muy duro, pero hay familias, vecinas nuestras, que no pueden hacer un potaje de alubias porque no se pueden permitir el gasto eléctrico que eso supone", añade. 


La junta de distrito de Las Fuentes también está planeándose abrir un servicio de desayuno para escolares. El pasado mes de abril, en el colegio Marcos Frechín se celebró una iniciativa a la que acudieron a desayunar 200 niños de entre 6 y 12 años. De ellos, 37 aseguraron que solo habían tomado un vaso de leche y 7 de los chavales reconocieron no haber comido nada antes de acudir a las clases.