Abrazo a la cultura china a través de la danza

20 estudiantes de la Escuela Municipal de Danza de Zaragoza han participado en un programa de intercambio con el Centro de Música y Danza de la ciudad de Taizhou

Alumnos de la escuela de danza de Zaragoza hacen movimiento a orillas del río Yangtsé
Abrazo a la cultura china a través de la danza
R. Fernández

“Ha sido una experiencia global intensa y fantástica”. Los alumnos de la  Escuela Municipal de Danza de Zaragoza todavía batallan con los últimos coletazos del jet lag, y rumian una de esas experiencias que ya recordarán en su trayectoria vital y artística. Veinte bailarines zaragozanos con edades comprendidas entre los 14 y los 18 años acaban de volver de un programa de intercambio académico con el Centro de Música y Danza de Sichuang, ubicado en la ciudad china de Taizhou, en el sureste del país, a unos 300 kilómetros de Shangai.


Mejorar la técnica de los bailarines de ambos centros y promover la relación cultural y artística entre los países son los objetivos de este proyecto, por el que los estudiantes zaragozanos han pasado una quincena conociendo la cultura ancestral, las tradiciones y, especialmente, las peculiaridades de la danza clásica y la danza tradicional china dentro del programa académico que han realizado. “La danza clásica china es parecida a la de cualquier país y solo cambian algunas posiciones de manos, cabezas y pies.


Pero en la danza tradicional los movimientos son completamente diferentes, es más folclórica y, más complicada porque es más distante a lo que podemos conocer los occidentales”, explica Rafael Fernández, director de la Escuela Municipal de Música y Danza de Zaragoza y profesor participante en el proyecto.


Una convivencia que ha permitido a los alumnos aragoneses acercarse a la brecha cultural entre Oriente y Occidente, en lo cultural y hasta en lo físico. “La danza china está dirigida a las condiciones físicas de la genética de la población china, son mucho más flexibles y elásticos. Además, tienen la cadera más en retroversión, más metida para adentro, y eso les permite más flexibilidad de la columna, por lo que se incluyen muchos elementos de curvaturas de la espalda hacia atrás y giros”, explica Fernández.


La presencia del grupo aragonés se ha vivido como todo un acontecimiento en Taizhou, ciudad de unos cinco millones de habitantes situada en la región sur del famoso río Yangtsé. “Hubo una gran repercusión mediática de la presencia de nuestros alumnos allí. Y al final, ofrecimos al público dos coreografías preparadas conjuntamente con los alumnos chinos”, explica Fernández. “Esta experiencia permitió ver que nuestros alumnos, por la enseñanza que reciben en Zaragoza, están preparados para asimilar con bastante velocidad cualquier coreografía que les marquen”, apunta el profesor. 


Los alumnos pasaban prácticamente todo el día en el centro de danza, donde además de entrenar y bailar, recibían clases de pintura y caligrafía china e inglés.

Serpiente en el menú

En todo caso, es la experiencia de la convivencia y el enriquecimiento de los polos Oriente-Occidente lo que más ha marcado a la expedición aragonesa. “Los alumnos se alojaban en familias de alumnos chinos y estuvimos muy acompañados en todo momento”, explica Fernández.


Un día a día con las sorpresas que depara el gigante asiático para el viajero occidental que acude primera vez: la barrera idiomática, encontrar serpiente en el menú o la indeleble capa de neblina de contaminación que se cierne sobre las grandes urbes asiáticas. Sobre ese trasfondo grisáceo, a orillas del lago que forma el gran río Yangtsé a su paso por la ciudad de Taizhou, los alumnos zaragozanos realizaron una bella sesión de movimientos de danza clásica para un reportaje fotográfico.


Ahora, serán los estudiantes del Centro de Música y Danza de Sichuang los que tendrán que descubrir las sorpresas de la capital aragonesa en la segunda parte del proyecto de intercambio, previsto para el verano de 2015.