Doce años de exilio forzoso

Dos palestinos y sus familias viven desde 2002 en Zaragoza deportados por Israel y con apoyo de la Unión Europea. No pueden volver.

Ibrahim, en la Casa Palestina en Zaragoza
Doce años de exilio forzoso
P. F.

En abril de 2002, unos 300 palestinos se refugiaron de los ataques israelíes en la basílica de la Natividad de Belén. Tras 39 días de encierro, la Unión Europea pactó con el Gobierno de Israel y la Autoridad Nacional Palestina una solución para poner fin al asedio: 26 palestinos fueron desterrados a la Franja de Gaza y 13 a distintos países europeos. Dos de ellos, Ibrahim Abiat y Aziz Abayat, recalaron en Zaragoza. El acuerdo era que transcurrido un año podrían volver a sus casas. Doce años después, continúan viviendo "encerrados" en Zaragoza.


"Doce años es mucho tiempo comiéndote la cabeza. Yo quiero volver a mi tierra. Aquí me siento encerrado por las circunstancias. No me dejan trabajar ni salir de España. La Policía me controla cada semana. Nadie nos dice cuándo nos dejarán volver a casa", se lamenta Ibrahim, de 40 años, de profesión panadero en Belén.


Su situación legal -y la de su compañero Aziz- es excepcional y atípica. Viven en pisos de alquiler que paga la Unión Europea y reciben un cheque mensual para alimentación y gastos. "No somos refugiados ni emigrantes, porque no hemos venido aquí voluntariamente. Nos trajeron en un avión militar, gracias a un acuerdo internacional. Somos emigrantes forzados", afirma Ibrahim.


Ellos dos y un tercero estuvieron viviendo primero tres meses en un pueblo de Soria. Después, Ibrahim y Aziz fueron trasladados a Zaragoza. "Llegamos el 3 de septiembre de 2002", recuerda Ibrahim. Más tarde vino su mujer, jordana. Aquí se casaron y han nacido sus cuatro hijos, de entre 8 y 3 años. Viven en un piso en las Delicias, y llevan una vida tranquila con sus hijos (que tienen nacionalidad española) y en contacto con la comunidad palestina de Zaragoza.


Los primeros años estudió español en la Escuela de Idiomas y habla muy bien el idioma. Ahora no puede hacer mucho más que cuidar a sus hijos y seguir desde la distancia las noticias de Palestina. Cada año tiene que renovar un permiso de residencia "por circunstancias excepcionales" y critica el retraso de la burocracia. "Solicité la renovación en noviembre y todavía no me han respondido. Me dicen que depende de Bruselas. No quiero estar con el permiso caducado, sin papeles no existes. Por ejemplo, este año pedimos la beca de comedor para nuestros cuatro hijos y nos la han denegado por falta de documentación en regla", se lamenta.


Su mujer tampoco tiene permitido trabajar, pero ella sí puede salir de España con sus hijos. Los cinco han viajado este verano con intención de visitar a su familia en Belén, pero no han podido acceder a Palestina y están ahora en Jordania. "Pedimos un permiso especial para que pudieran celebrar el final del Ramadán en casa, pero ahora no les dejan entrar", señala Ibrahim.


Él ha celebrado el final del Ramadán con otros musulmanes en Zaragoza. La comunidad palestina se reúne en un local en la calle Tarragona (Casa Palestina). En Zaragoza viven cerca de 80 palestinos. La mayoría vinieron a estudiar en la Universidad (sobre todo, Medicina) en los años 60 y 70. Algunos han llegado en los últimos años dejando atrás la guerra y los campos de refugiados.


"Yo nunca había pensado salir de mi tierra. Quiero volver. Llevamos 20 años negociando y sin resultado. Cuando veo el número de palestinos muertos (más de un millar) por los últimos ataques de Israel, pienso que uno nunca se puede acostumbrar al sufrimiento", reflexiona, mientras sigue las noticias de la televisión palestina desde Zaragoza.