Abre el Caixaforum con la intención de recibir 300.000 visitantes anuales

Hasta el día 6 la entrada será gratuita y, después, habrá acceso libre al edificio pero las exposiciones costarán 4 euros

Isidre Fainé, Luisa Fernanda Rudi y Juan Alberto Belloch, en su visita al interior del Caixaforum.
Isidre Fainé, Luisa Fernanda Rudi y Juan Alberto Belloch, en su visita al interior del Caixaforum

Ya es una realidad. El Caixaforum de Zaragoza recibió ayer a una nutrida representación de personalidades aragonesas y hoy abrirá sus puertas a todos los zaragozanos que, por fin, podrán disfrutar del edificio diseñado por Carme Pinós y de las muestras inaugurales con lo más granado del arte contemporáneo. El Caixaforum del Portillo, con sus 7.000 metros cuadrados distribuidos en seis alturas, es el primero centro que la entidad catalana construye de nueva planta y tiene la previsión de recibir unos 300.000 visitantes anuales, de los que 50.000 se espera que sean escolares.


Para los próximos días se han programado jornadas de puertas abiertas y, en consecuencia, hasta el 6 de julio la entrada al Caixaforum será libre y gratuita. Además, hoy el nuevo equipamiento se beneficiará de la programación de la Noche en Blanco y permanecerá ‘en servicio’ hasta la una de la mañana. A partir del 7 de julio, los zaragozanos podrán recorrer libremente el edificio (la cafetería de la azotea, el vestíbulo, las terrazas, la tienda...) pero disfrutar de las exposiciones costará 4 euros, "un precio que pone en valor las muestras y tampoco es muy elevado". Además, para los clientes de La Caixa la entrada seguirá siendo gratuita y los menores de 16 años también podrán acceder al centro libremente, en su horario habitual de apertura que será de lunes a domingo de 10.00 a 20.00.


El presidente de La Caixa, Isidro Fainé, mostró ayer su confianza en que el Caixaforum se convierta en un equipamiento al servicio de "la cultura, el diálogo y la cohesión social". Fainé destacó los fuertes vínculos de La Caixa con Zaragoza y aseguró que este ha sido "un proyecto largamente anhelado" desde que en 2008 comprobara la vitalidad de los zaragozanos durante la Expo.


De hecho, el proyecto de la capital aragonesa –el tercero que toma forma fuera de Cataluña tras los de Mallorca y Madrid– se adelantó frente a otras propuestas de otras ciudades españolas. El alcalde Belloch recordaba ayer cómo Valencia supuso en su día una competencia muy fuerte y, también, cómo en Sevilla hay planes para convertir las Reales Atarazanas en otro Caixaforum.Un centenar de muestras

Elisa Durán, directora general adjunta de la Fundación La Caixa, explicó que desde 1990 la entidad "se ha acercado a la cultura de la ciudad" y "ha estado presente con exposiciones de todo tipo: hemos montado 94 muestras en todo Aragón, 45 en Zaragoza".


Durán también señaló la importancia de la actividad educativa que se llevará a cabo en el nuevo centro –a través de exposiciones, talleres y conferencias– y recordó la apuesta social de La Caixa en Aragón, "donde invertimos 11 millones de euros anuales en ámbitos sociales, culturales y científicos", aseguró.


Minutos antes del acto inaugural, la arquitecta Carme Pinós recorrió el nuevo edificio que ha ido creciendo en los últimos tres años y medio (gracias a una inversión de 20 millones) y brindó algunos detalles de la singular obra, cuya construcción "ha sido una experiencia magnífica". Destacó "las columnas bailarinas" del vestíbulo, la gran jácena de la que suspenden los dos volúmenes que conforman el edificio y "la piel" del mismo que ha quedado recubierta por 1.600 chapas perforadas de aluminio, trufadas de luces led que iluminan el Portillo por la noche.


Para conocer todo el proceso de construcción, en la entreplanta del Caixaforum se pueden ver hasta el 5 de octubre maquetas y paneles que evidencian cómo se ha ido fraguando la obra. El deseo de Pinós era "que no se redujera a cajas técnicas, sino que el edificio tuviera un carácter festivo". Así, la decoración basada en árboles y hojas es una constante desde el Auditorio de los sótanos hasta el restaurante en la azotea y, además, en cada recoveco del edificio hay lucernarios o espacios abiertos que compensan la estructura de hormigón. El único ‘pero’ –reconoció ayer la arquitecta– es el entorno del Portillo en el que aún reinan los solares abandonados donde debería lucir un espacio verde de 45.000 metros cuadrados. No obstante, Belloch confía en que "el monstruo que es la antigua estación de tren" pueda demolerse más pronto que tarde.