Cuatro años y medio de cárcel para el brigada que secuestró a un constructor

El militar, destinado en la Base de Zaragoza, le rompió una mano con la culata de su pistola.

La Audiencia Provincial de Barcelona ha condenado a cuatro años y medio de prisión al brigada del Ejército del Aire destinado en la base de Zaragoza Luis Javier Pérez por secuestrar y lesionar a un constructor catalán con el que mantenía diferencias por la reforma de una casa en la localidad de Cinco Olivas. La Fiscalía pedía inicialmente una condena de nueve años para el militar, que cumple prisión provisional desde marzo de 2013 en Alcalá de Henares (Madrid). Sin embargo, al reconocer los hechos, la acusación pública alcanzó un acuerdo con la defensa, a cargo de la letrada Carmen Sánchez, y la pena se ha reducido a la mitad.


La experiencia resultó traumática para la víctima, ya que además de ser retenido contra su voluntad, el brigada le machacó una mano con la culata de su pistola y le amenazó reiteradas veces con quitarle la vida. El propio constructor reconoció en su día a HERALDO que pensó que iba a morir, ya que su secuestrador condujo de forma suicida durante muchos kilómetros por la carretera N-II. A consecuencia de la pesadilla vivida, a la víctima le ha quedado como secuela un trastorno de estrés postraumático, al que hay que sumar la fractura de varios huesos de la mano izquierda.


Los hechos sucedieron el 17 de marzo de 2013, fecha en la que Luis Javier Pérez quedó con el constructor en un bar de la localidad de El Prat de Llobregat (Barcelona) para hablar de las obras que le había encomendado en la mencionada finca. Tras localizar a su cliente en el establecimiento y tomar algo, como había mucho ruido, decidieron salir fuera. Ese día estaba lloviendo y el militar le sugirió que se metieran en el coche del constructor. Nada más subirse, le dijo que se pusiera en marcha y, como le resultaba un poco rara la situación, paró cerca del tanatorio.

Conducción kamikaze por la N-II

En ese momento, el brigada intentó quitarle las llaves del contacto y, como la víctima se resistió, sacó una pistola y le golpeó con ella repetidas veces la mano izquierda, en la que le causó graves heridas. Después, le obligó a sentarse en el asiento del copiloto, se puso él mismo al volante y empezó a conducir como un kamikaze en dirección a Zaragoza. Durante 300 kilómetros fue dando bandazos por la carretera, adelantando de forma temeraria a los vehículos que encontraba a su paso y advirtiendo al constructor que no tenía nada que perder y que se fuera despidiendo de su existencia porque le quedaban «un par de minutos de vida».


Al llegar a la capital aragonesa, logró convencerlo de que lo acercara hasta un hospital, pues la mano no dejaba de sangrar y presentaba muy mal aspecto. El militar accedió y paró en el Royo Villanova, momento que aprovechó la víctima para pedir ayuda.

Según el empresario, el militar le contrató para arreglar una casa en ruinas que tiene en Cinco Olivas. Había que cambiar el tejado y rehabilitar prácticamente todo, trabajos que presupuestó en 70.000 euros. Al parecer, el brigada adelantó unos 30.000, por lo que el constructor detuvo las obras cuando se le acabaron los fondos.