Solidaridad

Una 'casa' en Zaragoza con más de 11.000 duchas al año

Cada vez más gente recurre al servicio de duchas y lavadoras de la Asociación Agustina de Aragón, en San Pablo, ante las carencias en sus viviendas y los efectos de la crisis.

El centro de duchas y lavadoras de la calle de San Blas (antes, en Agustina de Aragón) es un reflejo de la evolución del barrio de San Pablo y los efectos de la crisis. En 1994, la Asociación de vecinos Lanuza-Casco Viejo vio la necesidad de crear un servicio de duchas y lavadoras ante las carencias de las viviendas del barrio. Casi veinte años después, el servicio es cada vez más demandado y el perfil de sus usuarios ha ido cambiando.


"En 1994 había muchas casas sin ducha o en las que no se podía poner lavadora. Decidimos ofrecer un servicio de duchas y lavadoras por un módico precio para las familias más humildes del barrio. Era una vía para contactar con ellos y ofrecerles también otras ayudas. Entonces no había inmigrantes", recuerda Teresa Iriarte, miembro de la asociación de vecinos Lanuza-Casco Viejo e impulsora del proyecto.


La asociación de vecinos, las Hijas de San Vicente de Paúl y la parroquia del Portillo formaron la Asociación Agustina de Aragón y pusieron en marcha la idea. El local abrió sus puertas en la calle de Agustina de Aragón el 14 de noviembre de 1994. En 1995, el Centro de Acogida Familiar Agustina de Aragón prestó 2.429 servicios de duchas y 3.644 de lavadoras. El año pasado fueron 11.156 duchas y 6.310 lavadoras. Desde el inicio ya suman más de 100.000 lavadoras y unas 125.000 duchas.

Cambio de usuarios

En 2012, el centro tuvo 2.100 usuarios (el 93% hombres) y 450 familias. En torno al 90% son inmigrantes, sobre todo africanos: marroquíes, argelinos, senegaleses, gambianos... "Y ahora vuelven a usarlo españoles y familias que hasta hace poco no lo necesitaban", cuenta Teresa. Desde 2007, el número de duchas casi se ha duplicado.


A primera hora de la mañana llega Tarik, marroquí de 28 años. "Hace tres años que vengo aquí, es un servicio muy bueno. Antes vivía en el barrio de San Pablo y me quedaba más cerca. Ahora vengo desde el barrio Oliver unas tres veces por semana para ducharme", cuenta Tarik, que comparte piso con unos amigos y tienen un baño muy pequeño que no está en buenas condiciones. Él llegó a Zaragoza hace cinco años con un contrato para construcción. Trabajó en la Expo, luego de vigilante, después en el campo y ahora lleva seis meses en el paro.


"Cada vez viene más gente, con más problemas, con menos dinero. Vienen muchas familias a las que se les rompe la lavadora y no la pueden arreglar ni comprar otra. O gente sola que vive en habitaciones y come en comedores sociales. O personas que viven en la calle", señala María Jesús Urdaci, de las Hermanas de San Vicente de Paúl y responsable del centro.


El centro está en la calle de San Blas, 37, en un local cedido por Zaragoza Vivienda. Tiene dos trabajadores y 25 voluntarios. El servicio de ducha cuesta 30 céntimos (la asociación les da una esponja con jabón y una toalla desechable) y el de lavadora, 1 euro. Los usuarios dejan la ropa sucia y pueden pasar a buscarla al día siguiente limpia y doblada.


Es el turno de ducha para Tarik. Sale Nico, rumano, limpio y sonriente. Llega José Luis, español de 62 años y usuario desde los inicios. Las voluntarias de la mañana, Mari y Pilar, doblan ropa. Mientras, María Jesús atiende con cariño a todos los que llegan.