En colegios de la margen izquierda

Detectan varios casos de falta de alimentación en niños de Zaragoza

Los colegios lo pusieron en conocimiento de la Junta Municipal El Rabal. El director de uno de ellos cuenta que las familias se niegan, "por vergüenza", a solicitar ayudas.

El comedor de un colegio de la margen izquierda, en una imagen de archivo.
Detectan varios casos de falta de alimentación en alumnos de infantil y primaria
OLIVER DUCH

Tras la supresión de la gratuidad de los libros y la insuficiente partida de becas de comedor que dejó fuera a casi 11.000 alumnos, los centros educativos y las AMPAS de los colegios comenzaron a preocuparse al empezar las clases por la situación a la que se iban a enfrentar algunas familias. "En un primer momento, de manera catastrofista, pensé que muchos chavalicos tendrían problemas para comer. Esto ya se ha producido. Notamos que hay gente que lo está pasando muy mal y se ha acentuado este principio de curso", advierte el director del colegio público Zalfonada, Santiago Vicente.


La Junta de Distrito del Rabal ha puesto en conocimiento de varios centros de la margen izquierda los casos concretos de alumnos cuyas familias atraviesan un mal momento. Así pues, informan de la existencia de dos casos en el C. P. Eugenio López, dos en el San Braulio y otros dos en el Zalfonada. Las familias, sin embargo, se niegan a pedir ayuda.


"Los chavales en clase tienen confianza con los tutores y a través de la Junta nos dicen que hay alumnos que vienen sin desayunar, pero lo curioso es que me he puesto en contacto con esas familias y de momento solo te dicen que están tirando para delante y que si necesitan algo, ya te avisarán", añade Vicente, quien subraya la humillación que supone para estos padres el pedir ayuda.

Por cuestión de "dignidad"


Conscientes de la situación, los tutores -con sutileza- les preguntan en clase a los alumnos sobre las distintas comidas que realizan al día para estar alerta ante posibles casos de necesidad. "Los pequeñicos enseguida sueltan todo. Se les pregunta qué han cenado y alguno dice: "Es que mi mamá me da galletas para cenar". Entonces te das cuenta de que pasa algo", comenta Vicente.


En el colegio asegura que saben de "un par de familias que las están pasando canutas", pero luego no solicitan ayuda a la Junta de distrito por una cuestión de "dignidad".


El sentimiento de vergüenza por la situación que atraviesan les impide recurrir también a otros movimientos vecinales que llevan a cabo sus propias iniciativas para ayudar a los residentes de estas zonas. "El gran problema que detectamos es el de familias que hasta ahora no han tenido problemas y hoy se avergüenzan de la situacion que tienen, aunque no son responsables", apunta el portavoz de la Asociación de Vecinos Picarral-Salvador Allende, Juan José Jordá.


Nombra el caso de personas que han perdido recientemente el empleo y que les cuesta adaptarse a una situación nueva para ellos. "Lo más gordo -señala- es que los chicos se dan cuenta. Les dicen a los profesores que a su madre se le ha olvidado darle el desayuno, pero cuando se le olvida cuatro días seguidos sienten vergüenza de explicar lo que realmente les pasa", matiza.


Desde los centros, las AMPAS y los movimientos vecinales se organizan para hacer frente a esta preocupación común. "Estamos buscando la forma de tratarlo con el suficiente respeto para que luego esas familias no sean la comidilla del colegio y puedan recibir la ayuda anonimamente", adelanta Jordá.


"Estamos haciendo un reparto de miserias"


En lo que respecta al comedor escolar, la concesión de medias becas y la subida del 25% del servicio ha obligado a muchos padres a organizarse para ahorrar costes. "Tenemos familias con trabajos en negro, limpiando escaleras y demás, que coincide que tienen que dejar al chavalico a comer, pero han perdido ese derecho, o familias pagando alquileres con tres hijos y que no pueden pagar la comida de los tres", cuenta el director del Zalfonada.


Desde la Junta Municipal El Rabal orquestan diferentes iniciativas para asegurar unos mínimos a las familias. "Se está articulando toda una red de servicios sociales básicos, pero lamentablemente no de la administración. Nuestros gobernantes han puesto la Constitución entre paréntesis", denuncia Vicente.


Y es que también el centro colabora con la la AMPA para solucionar los diferentes casos que se les presentan, como el de la falta de libros. "El año pasado pusimos 15 euros para los que estaban estropeados y por ese dinero tuvieron libros todos los alumnos de 6º de primaria", indica. La donación de material por parte de los padres que hacen limpieza en casa también es habitual.


"A veces nos encontramos con que tenemos siete libros disponibles, pero ¿a qué siete beneficias? Estamos haciendo un reparto de miserias, una labor que está cercana a la caridad y eso lleva a la esquizofrenia. Lo que tenemos que hacer es justicia social porque sin ella corren el peligro de desaparecer esos frentes voluntaristas y caritativos", sentencia Vicente comprometido.