Hostelería

Comer por un euro es posible

Los bajos precios de restaurantes como el de Ikea en Zaragoza atraen a numerosos comensales en dificultades económicas.

El restaurante de Ikea
De tienda de muebles a comedor social
I. M.

Perritos a cincuenta céntimos, albóndigas a un euro... No hay quien se resista. “Por cuatro duros comemos los dos todos los días”, reconoce Manolo C. sentado frente a su esposa, ambos jubilados, en una de las 525 sillas del restaurante de Ikea en Zaragoza.


Es, sin duda, el establecimiento rey de la capital aragonesa en lo que a comida ‘low cost’ se refiere. “Lo único es que no tienen mucha variedad, pero algunos días nos damos el capricho y cogemos las carnes”. Manolo se refiere al plato de codillo, uno de los manjares más caros de la carta (6,95 euros), y uno de los guiños de la tienda sueca a la gastronomía de española.


“Con nuestra comida también queremos transmitir que somos una empresa sueca: por eso tenemos salmón o albóndigas, que son muy típicos en nuestro país de origen. Pero a la vez incluimos platos locales, como entrecot o codillo asado, que son platos de alta calidad a un precio bajo”, señala Manuel Muelas, jefe del restaurante de la famosa tienda de muebles en Zaragoza.


Y con esa política han conseguido que su local muestre un aspecto que para sí quisieran algunos de los restaurantes más populares de la ciudad. En 2010, las cafeterías de Ikea facturaron 55,6 millones de euros, un 23% más que el ejercicio anterior.


“Hoy sí que he venido a comprar, pero reconozco que hay días que vengo con los niños solo para comer”, comenta Leyre S. Con su marido en el paro y dos hijos pequeños, su situación refleja la de muchas personas que, ante las suculentas ofertas, ven una forma de ahorrar dinero en la compra del súper. Son la excepción, ya que la mayoría son clientes ‘reales’ de la tienda, pero cada vez son más numerosos.


“En IKEA concebimos el restaurante como un servicio más de todos los que ofrecemos. En ese sentido, tenemos las puertas abiertas para todo el mundo, nos gusta dar la bienvenida a todos nuestros visitantes, tanto a la tienda como al restaurante”, explica Muelas ante este fenómeno.


En otras ciudades del país, esta agresiva política de precios -se dan situaciones similares en los comedores públicos, restaurantes universitarios...- ha despertado rencillas con el sector de la hostelería. Pero en la capital aragonesa la sangre no ha llegado al río. Al fin y al cabo, cada uno, empresarios y clientes, busca su mejor beneficio para capear los tiempos que corren.