Laurel de la cárcel

Torrero honra su árbol más especial

Los vecinos de Torrero han rendido homenaje a su laurel centenario y han reivindicado que reciba el trato que se merece.

Instante del acto.
Instante del acto.
A. M. B.

Con un acto sencillo, pero cargado de sentimiento, los vecinos de Torrero han rendido homenaje a su árbol más singular: el laurel que durante décadas llenó de vida el patio de la ya desaparecida cárcel del barrio. De paso, han reivindicado que reciba el trato que se merece este ejemplar centenario de casi 20 metros de altura. "Uno de los mejores de toda España, y si no fuera por lo que ocurrió en 2005 sería aún más magnífico", han señalado los organizadores.


En ese año, el árbol sufrió la pérdida de una rama estructural como consecuencia de una de las escasas nevadas que han presenciado los zaragozanos a lo largo de los últimos periodos invernales. "Además, al quitar los muros de la cárcel, que eran incluso más altos que el laurel, quedó desprotegido del cierzo, perdiendo otra rama", ha señalado Eva, miembro de la Asociación Naturalista de Aragón (ANSAR), uno de los distintos colectivos que han participado en el acto.


Eva ha explicado que el árbol necesita "un apoyo, como se hace con otros árboles singulares de Europa. Cada árbol precisa un diagnóstico y cuidado específicos". Es por ello, añade, que están "realizando un recorrido por todos los árboles singulares de la ciudad".


La carrasca del parque Bruil fue la primera en recibir a los colectivos naturalistas y vecinales. El Roble de San José será el siguiente.


La jornada ha comenzado con una actuación de la Escuela Municipal de Música y ha contado con varias intervenciones culturales: cuentacuentos a cargo de Asun Quílez, lecturas de los niños de los colegios del barrio -quienes, además, han decorado el entorno con dibujos-, poesía y bailes populares.


Además, el grupo Sintrón Ni Son ha cerrado el acto interpretando la 'Canción de la Esperanza Unida, de La Bullonera. Asimismo, a lo largo de la mañana, algunos familiares de represaliados han compartido sus vivencias en la vieja cárcel.


Todos los vecinos del barrio, especialmente los más veteranos, atesoran decenas de recuerdos en torno al majestuoso ejemplar. Uno de ellos, Francisco Martín, cuyo padre sufrió el encierro en el complejo carcelario durante un interminable lustro, incluso ha sabido materializarlos tallando varios tenedores y cucharas de madera con las ramas caídas del viejo laurel, auténticas piezas de artesanía que ha mostrado con orgullo.