Movilidad

Horas críticas del servicio Bizi

La alta demanda de bicicletas en determinados momentos y estaciones de este sistema, que llega a registrar 2.500 usos a mediodía, disminuye su fiabilidad.

Un usuario, en la estación de Santa Engracia
Estación Bizi
GUILLERMO CALAHORRA

El servicio Bizi ha convertido a Zaragoza en una ciudad más sostenible, ha cambiado los hábitos de movilidad de miles de ciudadanos y ha impulsado el uso de la bicicleta en la capital aragonesa, pero todavía está lejos de convertirse en el medio de transporte perfecto.


Las ruedas pinchadas, los frenos que chirrían o la cada vez más larga lista de espera son los fallos centrales de un servicio que, sin embargo, tiene a su gran enemigo en los extremos. Muchas estaciones, vacías o saturadas según el momento del día, se han convertido en el principal problema para muchos de los usuarios de Bizi.


“Si te mueves con las bicicletas públicas, no puedes planificar tus horarios con seguridad. Muchas veces llegas a una estación y te encuentras con la sorpresa de que no hay ninguna, o llegas a tu destino y no hay anclajes libres para dejarla”, denuncia Jorge García, usuario habitual de este moderno sistema de transporte. De esta forma, los'biziclistas' deben esperar a que alguien libere una plaza o desplazarse hasta otra estación en la que puedan estacionar el vehículo.


Sin embargo, desde Clear Channel, empresa concesionaria del servicio, aseguran que este tipo de contratiempos solo afectan “a 3 de cada 1.000 usos”. Además, “el estado de las estaciones se supervisa en tiempo real y, si tal circunstancia ocurre, el tiempo medio de reposición de bicicletas es de solo diez minutos”, informan fuentes de la compañía.

Las horas conflictivas


Pero las “rutas de mantenimiento preventivo” que realizan los 13 vehículos de Bizi -trasladan 1.000 bicicletas diarias entre semana y unas 600 en fin de semana y festivos- no son suficientes para solucionar los excesos de demanda en horas punta. A primera hora de la mañana, el lógico flujo de desplazamiento desde los barrios hacia el centro de la ciudad deja vacías muchas estaciones de las zonas de Vía Hispanidad, Delicias, San José, el Actur o La Almozara, mientras que las paradas del centro y las cercanas al campus universitario de la plaza de San Francisco no disponen de sitios libres para estacionar las bicicletas.


Pero la situación todavía se agrava más a mediodía, cuando los 'puntos negros' del servicio, los que marcan en el mapa de Bizi las estaciones vacías, se extienden por las zonas de más demanda. “A partir de las 14.00, conseguir una bicicleta en las paradas del centro es casi una misión imposible”, afirma Pilar Sanz, quien hace unos meses decidió comprarse su propio vehículo para pedalear sin ataduras.


Cuando miles de zaragozanos salen de sus trabajos o clases para ir a comer, las estaciones vacías se multiplican. Las estaciones de las plazas de España, Salamero, Santa Engracia o el Pilar, las del Coso, el Puente de Pieda y el de Santiago, así como las de la avenida de Goya o el paseo de María Agustín se convierten en puntos conflictivos de un servicio que los días laborables llega a registrar casi 2.500 usos en solo 120 minutos.


Algo parecido ocurre a última hora de la tarde, cuando acaba la jornada laboral de muchos zaragozanos. "Otra de las franjas horarias que más usos registra es la de las 19.00 a las 21.00", aseguran desde Clear Channel, empresa que cada día registra los nuevos datos de demanda para intentar crear patrones de uso y mejorar la distribución de las bicicletas.