Servicios sociales

Restaurante a domicilio para 300 mayores al día

La Fundación La Caridad, en colaboración con el Ayuntamiento, gestiona un servicio de comida a domicilio para mayores y dependientes.

Pilar Sobrino recibe la comida en su casa
Restaurante a domicilio para 300 mayores al día
P.F.

Pilar Sobrino, 82 años, vive sola en un cuarto sin ascensor en la zona de Tenerías, en Zaragoza. Tiene varios problemas de salud (osteoporosis, artrosis, le falta un pulmón...) ,y le cuesta subir y bajar las escaleras con peso. Cada dos días espera con una sonrisa a que vengan 'los del reparto'. Se trata del Servicio de reparto de comida a domicilio para personas dependientes, que atendió el año pasado a 485 personas en Zaragoza.


“Me viene muy bien, porque así no tengo que cocinar. Una vecina me habló de este servicio y me apunté. Estoy muy contenta y agradecida”, afirma Pilar, con un hijo y viuda desde hace 21 años. Pilar abre la caja que le trae el repartidor. Un día cualquiera el menú es crema de puerros, menestra de verduras, filete de gallo, plátano, natilla de chocolate y pan.


La Fundación La Caridad gestiona este servicio para toda la ciudad desde 1994. En 2011 atendió a 485 personas en toda la ciudad y sirvió una media de 300 comidas diarias. En 2010, el reparto de comida elaborada a domicilio se incluyó dentro del Plan Integral del Casco Histórico (PICH) para los vecinos de San Pablo, la Magdalena y el Rabal.


“Es un servicio para personas que por distintos motivos tienen dificultades para cocinar o comprar, al margen de su edad y su situación económica”, explican Elena Marina y Clara Conchán, trabajadoras sociales de La Caridad. Para solicitarlo, hay que acudir a los centros municipales de servicios sociales (para empadronados en el Casco Histórico o el Rabal) o a La Caridad (para el resto de la ciudad). Los usuarios pagan por este servicio y hay subvenciones en función de la renta y de cada situación personal.

Un perfil variado

Casi todos son personas mayores, pero el perfil de los beneficiarios es muy variado: personas con movilidad reducida por cuestiones de salud o barreras arquitectónicas en su edificio; otras con un deterioro cognitivo, como fallos de memoria; personas con disminuciones físicas, psíquicas o sensoriales; otras que por falta de hábito no pueden cocinar (como hombres mayores que enviudan); otras durante un periodo de convalecencia o rehabilitación; familias desestructuradas...


En el mismo edificio que Pilar, en la calle de Blanco Cordero, viven Santiago Ramón, 81 años, y Alicia Antón, 79. “Este servicio nos viene muy bien. Es un gran descanso no tener que subir las escaleras cargados con la compra. La comida que nos traen es muy buena”, cuentan Santiago y Alicia. Ellos son activos, van varios días a la semana a hacer gimnasia y a la piscina.


Una empresa de cáterin hace la comida y la reparte a domicilio, envasada en recipientes individuales y desechables. “Las raciones son abundantes y la comida, muy variada. “A muchos, con un menú les vale para la comida y la cena del mismo día”, comentan Elena y Clara. Se prepara comida todos los días del año, aunque el transporte se hace cada dos días. Los alimentos cocinados se conservan perfectamente en la nevera.


“El reparto de comida a domicilio es una ayuda muy importante para que mucha gente mayor pueda seguir viviendo en su casa. Les hace la vida más fácil, y les garantiza una dieta sana y equilibrada”, aseguran Elena y Clara.