Trepidantes carreras hacen de Calatayud un circuito de Fórmula 1 en San Roque

El día de San Roque ha comenzado esta madrugada con
una romería, el acto más tradicional de las fiestas.

Trepidantes carreras hacen de Calatayud un circuito de Fórmula 1 en San Roque
Trepidantes carreras hacen de Calatayud un circuito de Fórmula 1 en San Roque
MACIPE

De hawaianos, sevillanas, vestidos de charlestón todavía de la jornada anterior, con pamelas y tocados, como bailarines de ballet o como auténticas muñecas Barbie, animaron algunos peñistas las calles el segundo día completo de fiestas.


Continúo con una temperatura fría en las primeras horas del día, lo que invitaba a ponerse la camisa que más tarde muchos llevaron atada a la cintura. Comenzaba una jornada de competición. Llegó la mañana en la que tenían que rugir los motores, o al menos las bocinas. Había que poner a prueba la originalidad, el diseño, la resistencia, el trabajo en equipo dentro y fuera de boxes, la pericia y la técnica.


En la plaza de España, donde tienen lugar los acontecimientos importantes de esta ciudad, y donde se celebran las grandes citas, se fueron ordenando desde las 10.00, los que en un par de horas iban a ser contrincantes. Caballo de cartón o jaca con cuadriga, semirremolque con palio, coqueto descapotable rosa, y otros bólidos con sentimiento y color de las peñas, tomaron la salida en la segunda carrera de Autos Locos que llamaron la atención y atrajeron a numeroso público.


Importaba tanto la ingeniería aplicada a la construcción del cacharro, como el comportamiento en el transcurso de la carrera, y la indumentaria de piloto y mecánicos. El éxito de la primera prueba que se llevo a cabo el año pasado condujo a la Peña Solera y a la Junta de Interpeñas a convocar con anticipación, y algo más de organización, para un mejor resultado en esta segunda edición en la que los curiosos y asistentes no fueron defraudados, al ver todas las construcciones posibles con tan solo un par de ruedas de bici.


Sin duda, fue el punto de color y animación del mediodía, y una de las divertidas convocatorias que se incorporan a otras como la dulce y pegajosa batalla de merengues, con las que se manifiesta la siempre sana y divertida rivalidad que se vive entre las peñas durante estos días. Ellas son y hacen de estas cuatro jornadas la esencia de unas fiestas modernas y jóvenes ya que, según cuenta la historia, fue con la creación de las primeras peñas en el año 1951, cuando comenzaron a celebrarse las fiestas de San Roque, tal y como están concebidas en la actualidad.


El origen y el punto de partida que fue dando lugar al charangueo, los locales y los disfraces, hay que buscarlo en la madrugada de este 16 de agosto, cuando los bilbilitanos tradicionalmente subían al cerro del santo, a su ermita atravesando el barrio que lleva su nombre. Ese acto, esa romería, se sigue manteniendo y respetando. En ella se encuentran quienes disfrutan la fiesta como peñistas con la moderación que dan los años, los que empiezan a descubrirlas con desenfreno, y aquellos que las observan sin entender por qué tanto ruido y restos de juerga.


Esta pasada noche fue la más especial para Calatayud, lo profano y lo religioso, lo antiguo y lo nuevo se dan la mano. Sonó el campanico de la entrada a la ermita que se ha estado oyendo desde principios de agosto, siguen los bombos, y son las primeras horas que el santo ha pasado en casa del nuevo preboste. Lo ha acogido en el último año Carlos Molina Benedí. Ayer, en la calle José Llanas, le abría las puertas otro joven cofrade, Gonzalo Entrena Gonzalvez.