Para los vecinos del zaragozano municipio de Alforque, la tradición es importante no sólo porque transmite en el tiempo un conocimiento cultural o patrimonial único que es cada vez más importante para la historia de un pueblo, sino también porque permite que cada uno de nosotros se identifique con su propia cultura. Y la quema de la Hoguera constituye una de las tradiciones más firmes de la localidad y "un tesoro" para sus vecinos. 

La construcción de la hoguera es un trabajo de varios días; la semana antes de Nochebuena se recoge el pino de relleno, este se obtiene de la poda de árboles del pueblo e incluso de otros pueblos vecinos, si así lo solicitan. El segundo día se buscan los troncos que formarán el esqueleto; se obtienen de chopos derribados por tormentas o troncos enfermos. Estos deben de ser los de mayor tamaño pues su función, además de ser estética es ser responsable de la sujeción de todo el peso.

Dentro del esqueleto se introducen los ?fajos?, leña muy seca que actuará como detonante en el ardido. En el centro de este se colocará el ?mayo?, un tronco fino y largo en el que se atan ramas de lentisco; este sirve de adorno y rinde homenaje a la finalización de su montaje.

La hoguera suele tener una altura de 8 metros y se utilizan 10 toneladas de leña; año tras año, numerosos voluntarios participan en esta tradición local. Aunque son muchos los pueblos de la comarca que encienden hogueras en el mes de enero para conmemorar principalmente la festividad de San Antón, la hoguera de Alforque, que se enciende para celebrar en este caso San Fabián y San Sebastián, merece una mención especial debido a unas dimensiones que dejan impresionado a todo el que pasa por la plaza mayor de Alforque desde antes de Navidad, ya que la hoguera luce apagada su esplendor desde mediados de diciembre.

A las 23:30 horas del día 24 de Enero, llegó el momento de prender la hoguera, acto que congregó a gran cantidad de espectadores y un momento muy especial para todos los alforquinos que llevan más de cien años conservando su tradición. Este año la encargada de prenderla fue Josefina Figueroa, regente del bar de Alforque. Los vecinos del pueblo quisieron de esta manera agradecerle su buen trabajo y su cariño al frente del lugar donde todos ellos se reúnen a diario, ya que en pocos días deja la localidad.

Fue uno de los ardidos más espectaculares que se han visto, ya que las llamas alcanzaron los 15 metros de altura. El viento, que había hecho temer por el encendido, no supuso finalmente un problema y el calor de las llamas hizo que algunos se vieran obligados incluso a despojarse de los abrigos.