POBREZA

Vivir sin agua a las puertas de la Expo

Un documental producido por Cáritas Diocesana de Zaragoza recoge las situaciones de exclusión que sufren muchas personas teniendo como factor añadido la dificultad de acceso a un derecho humano como el agua, lo que condiciona su realidad cotidiana.

La lluvia de los últimos días obliga a andar con cuidado sobre el barro. Nati Vidal, la Choni, no levanta los ojos de su particular lavadero junto a los chabolas que llaman la atención en un solar del Parque Tecnológico de Cogullada. El interior de una roñosa nevera le sirve de fregadera y a las doce del mediodía empieza a sudar la gota gorda mientras restriega con un cepillo la ropa. El agua sale por una manguera no se sabe de dónde, y aunque los análisis realizados por Cáritas Diocesana, a finales del año pasado,confirman que es potable, a la hora de beber y cocinar prefieren llenar las garrafas en alguna fuente y si pueden comparla.


"Me encanta lavar a mano y la limpieza, aquí me pego cada día un par de horas, la ropa de ir a buscar (la chatarra) se ensucia mucho", explica mientras no deja de frotar y aclarar las prendas. Sobre todo las de su única nieta de cinco años, que deja como "los chorros del oro". "Toda mi vida he vivido en piso, primero con mi cuñado y luego con mi madre en Santa Isabel, y lo que más echo de menos es tener el agua en el grifo", reconoce. Ni siquiera sueña con una moderna lavadora.


Después le llegará el turno a "los cacharros". Para terminar, vaciará el frigorífico con un cubo, lo volcará para dejarlo completamente vacío e intentará ducharse. "Nos quedamos desnudos e intentamos taparnos de alguna forma para que no nos vean los que pasan por la carretera", comenta mientras señala los coches que circulan por encima de ella.


La familia de Manuel Giménez Giménez, el patriarca, es una de las protagonistas del documental "Vivir sin agua", del joven director aragonés Javier Macipe producida por Cáritas Diocesana de Zaragoza, que se acaba de estrenar, y que se proyectará en el pabellón de Iniciativas Ciudadanas en la semana de "Agua y Educación", del 15 al 21 de junio.


"Se trata de un testimonio real desde la denuncia, en el que damos voz a los afectados por las situaciones de pobreza y exclusión que sufren muchas personas en una ciudad desarrollada como Zaragoza", subraya la responsable del área de sensibilización de Cáritas, Mª Pilar Tirado. "No queremos caer en el amarillismo, sino abordar esta problemática con dignidad y con esperanza, porque hay alternativas", recalca.


Con 58 años Manuel Giménez se lamenta de la suerte de los suyos que compara con "cantos errantes". Hace cuatro años los desalojaron de una parcela en La Jota y hace dos de una fundición entonces abandonada. En octubre de 2006 levantaron en Cogullada sus 'casas prefabricadas' a base de paneles, viejas puertas, lonas y cualquier material que aisle algo.


En estos chamizos viven en unas condiciones más que precarias doce familias. "Aquí estamos como las ratas, le pedimos al ayuntamiento que nos proporcionara algún punto de agua o un tanque y se negó, tampoco quiso ponernos ni unos contenedores para la basura ni unos servicios", denuncia Manuel Giménez. En Zaragoza existen cuatro núcleos de chabolismo en los que viven entre 35 y 36 familias. Se está a la espera de que se renueve el convenio suscrito en el 2003 entre el ayuntamiento zaragozano y la DGA su erradicación.


"Pobreza no es falta de limpieza"


"La pobreza no está reñida con la limpieza, me gusta ir decente por la vida y casi cada día acudo aquí a ducharme, no quiero sentirme un abandonado". Juan, de 41 años, es uno de los usuarios habituales de las luchas y lavadoras que funcionan en el Centro de Acogida Familiar que abre sus puertas en la calle de San Blas. Tiene su casa en un chalé que, asegura, le han dejado por la zona del paseo de Cuéllar de la capital aragonesa.


Sin agua y sin luz, su compañía es una radio a pilas, y desde el año 2.000 acude a estos baños. "En verano a lo mejor vengo menos, porque al hacer calor me apaño bien con una garrafa de 25 litros del agua de la fuente", comenta. Lleva año y medio sin trabajar, se dedicaba a la construcción, y con las "chapuzas" que le salen de vez en cuando no le llega para pagar un alquiler o una habitación.


"Igualdad para vivir y diversidad para convivir. Ningún ser humano es ilegal". Así reza un cartel que ha colgado la hermana Mª Jesús Urdazi, Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl, entidad que desarrolla este proyecto junto a la asociación de vecinos Lanuza Casco Viejo y la parroquia de Nuestra Señora del Portillo.


Desde su humilde mostrador escucha un sinfín de dramas: pensionistas a los que el agua no les llega a casa porque la finca es antigua y no tiene suficiente presión o las tuberías están estropeadas, personas mayores que apenas tienen para pagar una habitación, inmigrantes a los que les han cortado el servicio después de no poder abonar la factura varios meses... Expresa un deseo: "Si la Expo sirviera para concienciar de que el agua es un bien básico, y a nuestro lado hay personas que sufren su carencia, me contentaría".