MAPA ACÚSTICO

Uno de cada cinco zaragozanos sufre mayor nivel de ruido del permitido

El mapa acústico de la ciudad concluye que la principal causa es el tráfico. En algunos edificios se alcanzan incluso los 70 decibelios por la noche, cuando por norma no deberían superarse los 55.

Uno de cada cinco zaragozanos sufre por la noche -momento del día más sensible- niveles de ruido por encima de lo permitido, principalmente a causa del tráfico. Es decir, supera los 55 decibelios, el nivel sonoro máximo establecido por normativa. Esta es una de las conclusiones del primer mapa de ruido completo de Zaragoza, que además de analizar la situación acústica de la capital aragonesa, incluidos los barrios rurales, plantea una serie de actuaciones para luchar en el futuro contra este problema.


No obstante, estos datos se refieren a mediciones realizadas en las fachadas de los edificios -el 21,7% supera la barrera establecida- y no en su interior, ya que los resultados varían en función de los sistemas constructivos de los pisos o las medidas adoptadas por cada propietario para combatir el ruido. No en vano, según explicó el director de la Agenda 21 Local, Javier Celma, la percepción de este efecto es "subjetiva", porque a todo el mundo no le afecta igual. "Influye el trabajo, las relaciones familiares, el estado personal, la actitud... Siempre produce insatisfacción", argumentó.


Además de los inmuebles, los cálculos realizados por Labein (la empresa de Bilbao encargada de este proyecto) determinan que el 24% de los edificios considerados como sensibles, es decir, hospitales, colegios, equipamientos deportivos, etc., también superan los decibelios permitidos porque están en vías principales de la ciudad y el 12%, porque están situados cerca de una carretera.


Arterias con mucha circulación


Precisamente, el tráfico es la principal fuente generadora de ruido en Zaragoza. En algunas calles -las que más volumen de vehículos soportan- incluso llegan a superarse los 70 decibelios, sobre todo, en intersecciones con otras vías. Es el caso, por ejemplo, de Gran Vía, Marqués de la Cadena, paseo de María Agustín, la confluencia de la plaza de Europa con el Portillo, Gertrudis Gómez de Avellaneda o Fernando el Católico. En estos casos, es donde más afecta a los ciudadanos, ya que son vías urbanas con numerosas viviendas próximas.

Estos problemas también se producen en las carreteras de acceso, aunque el número de vecinos expuestos es menor ya que hay menos construcciones. Por el contrario, aumenta la superficie municipal afectada. En estas circunstancias, se encontrarían zonas de Casetas, Miralbueno y Garrapinillos por las que atraviesa la N-232; de la avenida de Navarra; de Santa Isabel junto a la avenida principal y la N-II; de Cogullada, cerca de la N-II y la avenida de Cataluña; de Las Fuentes junto al Tercer Cinturón y la carretera de Castellón; y de Vía Ibérica por la N-330.


Pero según el mapa de ruido, además de por zonas, las diferencias sonoras se producen incluso en una misma calle. Las variables que influyen son numerosas. Entre otras, la tipología del asfalto (si es más rugoso produce más decibelios que si es liso), el tipo de circulación, la anchura de la calle, la reverberación de los inmuebles, las fachadas y su diseño... incluso la altura del edificio. Celma puso como ejemplo la calle de Cádiz antes de ser peatonalizada. "Cuando pasaban coches, se producía el efecto túnel y había más ruido en los pisos más altos", contó.


El director de la Agenda 21 Local del Ayuntamiento de Zaragoza señaló que con los coches actuales, el sonido lo produce el rozamiento de las ruedas con el asfalto y no el motor. "Cada vez son más silenciosos", señaló Celma, que, no obstante, aclaró que también incide el modo de conducción y el estado del coche.


Para calcular los niveles sonoros que produce el tráfico, además del número de coches también se tienen en cuenta las condiciones climatológicas, si es una calle en pendiente y la distancia con las fachadas de los edificios. El viento es uno de los factores que también influye, ya que propaga el sonido.


Además del tráfico hay otras causas que provocan más ruido en Zaragoza. Es el caso de la industria, que supone apenas el 0,3%. Entre las zonas más afectadas, se encuentra el barrio del Picarral o el de Montañana. No obstante, las empresas trabajan cada vez más por reducir estos focos acústicos. La concejal de Medio Ambiente, Lola Campos, explicó que estudian medidas en esta línea. Por ejemplo, se está analizando la posibilidad de crear un nuevo acceso a las empresas del Picarral junto a las vías del tren para sacar 200 camiones diarios del barrio.


Por su parte, la incidencia del tren (apenas un 1,6%) ha disminuido y solo se concentra en edificios muy próximos a las vías del ferrocarril, como Miralbueno o Utebo. Pero, según el mapa del ruido, estos dos factores "no constituyen focos de ruido de incidencia acústica destacable, salvo situaciones concretas".


En el documento también se analizan las zonas tranquilas de la ciudad y recomienda preservarlas para evitar su empeoramiento. Entre estas incluye parques como el de Primo de Rivera, el de Oliver, el de Valdespartera, los Pinares de Venecia, el Tío Jorge, el Galacho de Juslibol o la desembocadura del Gállego. En prácticamente ninguno se superan los cinco decibelios, salvo en el Tío Jorge que se alcanzan los diez por la proximidad con vías de un alto volumen de vehículos (Valle de Broto o la avenida de los Pirineos).


Entre las calles menos ruidosas, destacan, principalmente, las que se encuentran en fondos de saco, en los barrios. Esto es, las que no tienen salida y solo circulan los residentes de los edificios más próximos. Disponen de numerosos aparcamientos. Son un ejemplo las adyacentes de la avenida de María Zambrano, en el Actur, o algunas de La Bombarda. En este caso, el diseño urbanístico contribuye a reducir los niveles sonoros.


A partir de este diagnóstico, que se realizó durante dos años con mediciones fachada por fachada, el documento marca como objetivos básicos la integración del factor ruido en la gestión municipal, mejorar la calidad acústica con análisis específicos de las actuaciones futuras y salvaguardar los espacios más tranquilos. "Es una foto fija de Zaragoza desde el ruido", describió Lola Campos, que destacó que "este elemento se debe tener en cuenta a la hora de diseñar la ciudad, que no se haga solo desde un punto de vista urbanístico y estético, sino también medioambiental". La metodología utilizada ha sido pionera y se está exportando a otras ciudades.


Un manual de buenas prácticas


Una de las primeras medidas que ya está en marcha es la elaboración de un manual de buenas prácticas para los servicios municipales. Lo que se pretende es que en los nuevos proyectos urbanísticos se incluyan ya soluciones contra el ruido y no haya que esperar a las quejas vecinales.


Una de las actuaciones más importante y que más impacto va a tener en los niveles de ruido de la ciudad será la puesta en funcionamiento del plan intermodal en los próximos años, que combate precisamente su principal causa: el tráfico en las vías urbanas. Deberán tomarse medidas también en las carreteras. En algunas de ellas, como la A-2, se están colocando pantallas acústicas.