ZARAGOZA

Las obras en Delicias, Las Fuentes y el Arrabal causan pérdidas en el comercio de hasta un 50%

Los negocios piden compensaciones y que el responsable municipal los reciba para plantear soluciones.

Las obras en Delicias, Las Fuentes y el Arrabal causan pérdidas en el comercio de hasta un 50%
Las obras en Delicias, Las Fuentes y el Arrabal causan pérdidas en el comercio de hasta un 50%
ESTHER CASAS

"Estamos encerrados y encajonados. Las obras llegan en el peor momento y no sabemos cómo vamos a remontar este bache". Este es el sentimiento común de decenas de comerciantes que, desde hace semanas, trabajan con las vallas y la piqueta a las puertas.

 

Unos 'sufren' las reformas del Fondo Estatal de Inversión Local -muy centradas en las arterias principales de Las Delicias y Las Fuentes- mientras otros soportan con paciencia la enésima actuación en el Balcón de San Lázaro. Sus escaparates están literalmente sitiados y hay menos compradores, menos líneas de autobús pasando por la zona y tierra y polvo que estropea el producto.

 

Desde la Federación de Empresarios y Comercio y Servicios de Zaragoza y Provincia (ECOS) aseguran que han recibido numerosas quejas. El 28 de mayo deberían haber mantenido una reunión con el concejal encargado del tema, Jerónimo Blasco. Sin embargo, el Ayuntamiento les informó de que él no podría asistir, aunque sí sus técnicos. "Es un tema demasiado importante para muchos comerciantes como para no hablarlo directamente con el responsable. Así que hemos contestado al Ayuntamiento que esperaremos a que Blasco nos convoque lo más rápido posible", aseguró Vicente Gracia, gerente de ECOS.

Paciencia y muchas trabas

En el Arrabal se les acaba la paciencia. La primera vez que las máquinas llegaron fue a principios de 2007. "Y todo debía haber terminado para la Expo, pero luego vimos que volvían a cortarlo todo y, además, esta vez desplazando por completo el tráfico y dejándonos encajonados y aislados", se lamenta Esther Bellosta, presidenta de los empresarios de este sector.

 

Ella regenta una tienda de ropa de niños en la calle de Sixto Celorrio. La semana pasada, no se podía acceder a la calle desde la zona del puente. "Calculo que vendo un 40% menos o incluso más", dice. No pide dinero ni nada imposible de conceder. "Que nos rebajen algún impuesto o nos compensen de alguna manera", propone.

 

A unos metros, en la calle de Sobrarbe, los puestos del mercado Altabás se enfrentan a una de las peores crisis que recuerdan. "El 35 ya no para aquí. Antes, muchas madres dejaban el encargo y recogían la compra cuando volvían, pero ahora ya solo mantenemos la clientela fija", se lamenta Conchita Bernal desde su pollería. "La crisis no nos había afectado, pero esto... A mi edad, hay días que pienso que sería mejor echar la persiana. Además, ¿quién pensó que aquí no iban a aparecer ruinas?", se pregunta.

 

Manuel y Primitivo, en la pescadería, recuerdan tiempos mejores. "Hace meses, aquí hubiera habido colas esperando a que les atendiéramos y hoy la gente entra con cuentagotas", dicen. "No podemos ni descargar el género. Lo que han hecho no tiene nombre. Es como si haces una reforma para 15 días, la paras, y luego vuelves a ponerlo todo patas arriba", denuncian.

No era el momento

No es mejor la situación que se vive en la avenida de Madrid desde hace un mes. El representante de los comerciantes de esta zona, Sergio Bretos, reconoce las molestias, pero también insiste en que era necesario actuar en la zona. "Había muchos reventones y era vital hacer la reforma, pero este no era el mejor momento. La gente huye de la zona, los autobuses no pasan y hay pocos compradores. Y para colmo, hay que lidiar con la crisis", recuerda.

 

Los trabajos se desarrollarán en varias fases. Ahora los sufren vecinos y comerciantes del tramo que va de la calle Rioja hasta Los Enlaces. Uno de ellos es Sergio Andrés, que regenta la floristería Kentia. "Las ventas han bajado entre un 30% y un 40%, pero es que ha habido una estampida de viandantes y compradores", asegura.

 

Su calle está cortada. Ya no suben las líneas de autobús. Cada cuatro pasos hay una plancha metálica en el suelo. "Un negocio, sin gente, está llamado a la ruina", dice Andrés. Además, el ruido de las taladradoras hace que incluso con la puerta cerrada tengan que competir con el ruido para comunicarse con los clientes y el polvo y la tierra perjudican sobremanera a sus flores, algunas muy delicadas.

A unos kilómetros de aquí, en Las Fuentes, otros comerciantes viven con desesperación la situación actual. En Compromiso de Caspe se sienten acorralados. Está cerrado al tráfico, como Rodrigo Rebolledo y Salvador Minguijón.

 

En la cristalería La Corona aseguran que están perdiendo más del 50% de su negocio. Trabajan con grandes cristales y marcos y todo se ha vuelto muy complicado. "Ni siquiera podemos descargar y hacerlo lejos es un riesgo para el material, para nosotros y para el viandante", se lamenta Aurora Andrés, al frente del negocio. "Pedimos algo, lo que sea, porque nos están haciendo polvo", se queja. Además, no conocen el proyecto final. "Ni siquiera sabemos si, en el futuro, podremos descargar", asegura.