ZARAGOZA

La plaza de Eduardo Ibarra, en obras cuatro meses después de su apertura

Mejoran el sistema de limpieza de las fuentes, pero los vecinos critican la funcionalidad.

La plaza de Eduardo Ibarra continúa con deficiencias, cuatro meses después de que el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, la inaugurara. Los últimos problemas, que ya se están subsanando, están en las láminas de agua. Al parecer, persisten los malos olores que aparecieron en junio. Según los residentes del barrio de La Romareda, las obras de la fuente más próxima a la calle de Violante de Hungría empezaron hace unos dos meses, mientras que los de la otra -ubicada enfrente del edificio del cubo- comenzaron la semana pasada.


Algunos vecinos consideran que tiene que haber alguna filtración, ya que no se explican el mal funcionamiento de las farolas. "La plaza está muy mal iluminada por las noches. La mayoría de las veces no están encendidas", lamenta Jerónimo Fuentes que vive en el barrio.


Sin embargo, según han informado fuentes municipales, los trabajos, que se están llevando a cabo en las láminas de agua, son para mejorar el sistema de desagüe. También precisaron que las obras de las pequeñas piscinas estaban previstas para agosto porque hay menos gente en la ciudad y se facilita el trabajo. Además, mantienen que no se ha producido ninguna filtración ni al aparcamiento ni al cableado del alumbrado público.


A este inconveniente se le suman otras quejas vecinales. La incomodidad de los bancos, la ausencia de un buzón de correos o la carencia de fuentes de agua potable son las más recurrentes entre los viandantes.


El Ayuntamiento está supervisando estos trabajos, aunque no pudieron confirmar que el Consistorio haya recibido el proyecto. Por lo que tampoco se puede precisar si se hace cargo del coste de estas. Desde el Ayuntamiento se mantiene que no hay más obras de modificación previstas para la plaza. Sin embargo, las personas que pasan todos los días por allí y hacen uso de las instalaciones no tienen tan claro que el acabado del lugar sea el más idóneo.


Las quejas vecinales


El aspecto que más polémica crea entre los vecinos es el diseño. "Es bonito a la vista, pero no es funcional. Tendrían que haber pensado en las personas que iban a emplear la plaza, que son niños y mayores", explica Jesús, que reside en las inmediaciones. Tampoco parece gustar demasiado la inclinación que el arquitecto, Diego Cano, quiso darles a las farolas para simular un bosque.


María Teresa Enseñat añade a la lista de reclamaciones la necesidad de instalar varias fuentes de agua potable. "Vienes con los niños al parque y tienes que traer agua. Pero si se acaba, no puedes llenar la botella en ninguna parte", argumenta Enseñat. Además, "Les han dedicado muy poco espacio a los juegos infantiles en comparación a los metros que tiene el lugar", detalla Rosa Esteban, que no encuentra ningún buzón de correos en la zona porque el que había lo han quitado con la remodelación de la plaza.


Otra reivindicación que hacen es la necesidad de espacios con sombras. Los árboles, que se acaban de plantar, no tienen apenas follaje y no hay nada que resguarde del sol a las personas.


Los bancos tampoco son cómodos. Aunque hace poco han colocado algunos más, todavía no son suficientes. Según los vecinos, muchos carecen de respaldo. "Nos hemos sentado, pero no podíamos aguantar", cuentan Jesús Soria y su esposa, Carmen Labarca, que no viven en el barrio y era la primera vez que paseaban por los alrededores después de su inauguración. La pareja también apunta que las láminas de agua no están señalizadas y alguna persona despistada puede meter el pie o que si llueve mucho el agua podrá salirse.


Por el contrario, hay quien piensa que hay que ser más tolerante. "Ahora somos muy finos. Hay que ser más permisivo. Para mí la plaza es preciosa y perfecta", comenta Daniel Esteban, mientras vigila a su nieto, que juega en el parque.