PRISIONES

La cárcel de Zuera casi duplica ya su capacidad y solo hay un funcionario por cada 70 presos

El asesinato de un interno la semana pasada ha reactivado las críticas de los sindicatos, que alertan de los riesgos.

Un funcionario vigila desde la torre las instalaciones del centro penitenciario de Zuera.
La cárcel de Zuera casi duplica ya su capacidad y solo hay un funcionario por cada 70 presos
heraldo

La cárcel de Zuera, un centro que se construyó para 1.008 internos, está a punto de duplicar su capacidad. En estos momentos son ya 1.911 los reclusos que alberga la prisión, situación que se agrava si se tiene en cuenta que los puestos de trabajo que se establecieron para una población de 1.008 personas siguen siendo los mismos cuando ya se están acercando peligrosamente a los 2.000. En total, son 240 los funcionarios que forman la plantilla del centro de Zuera, que también se ocupan del Centro de Inserción Social las Trece Rosas, de Torrero, y del de Huesca.

 

"La masificación llega a extremos insospechados", denuncia el sindicato CSI-CSIF, que recuerda que de los 58.655 internos que había censados en España en 2004 se ha pasado a 75.774 en 2009. "Es decir, la tasa de presos se ha elevado un 22,5 por ciento, pero no así el número de nuevos centros abiertos", critican.

 

El sindicato ha denunciado que a la masificación y el hacinamiento se suma la tendencia de los últimos años a mezclar "con demasiada alegría" a los internos más peligrosos con el resto, con el riesgo que eso entraña.

En primer grado en Andalucía

Esa deficiente clasificación de los internos en función de su peligrosidad, podría estar en el origen del asesinato del interno Antonio Jiménez Hernández, de 40 años, a manos presuntamente de Santiago D. C., de 30. Este último llegó a Zuera procedente de una cárcel de Andalucía en la que estaba en primer grado (tenía restringidos sus movimientos y actividades por su peligrosidad y estaba en módulos específicos) y se le colocó en segundo (un régimen que permite hacer vida con el resto de internos) cuando llegó a la prisión zaragozana.

 

Cuando se cometió este crimen, había un funcionario abriendo las puertas desde la consola de control (en la parte baja) y otro en la segunda planta. La celda de la víctima estaba en la primera y el agresor aprovechó la circunstancia de no tener vigilancia para acercarse hasta él, clavarle un pincho en el corazón, salir huyendo y deshacerse del arma.

Órdenes de Instituciones

CSIF afirma que desde la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias "se ha dado orden de que haya el menor número posible de presos en primer grado y que se incluya el máximo posible en el segundo (el más nutrido en cuanto a número) o en el tercero (menor peligro). El sindicato recuerda que, en teoría, es el comportamiento del interno durante el cumplimiento de la pena -y de una serie de requisitos legales- lo que hace revisar la consideración del preso en uno u otro nivel "pero no se está recurriendo a ese criterio".

 

Añaden que la "benevolencia" se ha convertido en práctica habitual. "De esta forma nos encontramos con no pocos internos de segundo grado que deberían haberse mantenido en el primero por su peligrosidad y comportamiento y que ahora campan a sus anchas por los distintos módulos del centro penitenciario que, para colmo, están masificados y escasamente dotados de funcionarios", censuran.

 

Para el sindicato "se trata de una situación insostenible" y, de no tomarse medidas serias y urgentes, los casos descritos no serán, desgraciadamente, los últimos.

De la misma opinión es la organización Acaip: "No entendemos cómo es posible que un interno recién progresado de grado empiece a hacer vida en módulos, donde la posibilidad de control es más difícil. Pasan de estar cuatro horas en un patio con dos o tres internos, a estar todo el día y en patios masificados", señalan.

Acaip también denuncia la "imposibilidad de realizar cacheos exhaustivos", tanto por la masificación como por la cantidad de pertenencias que tienen los internos en las celdas, las cuales están abarrotadas de enseres y es difícil registrarlas en busca de objetos peligrosos y prohibidos.