ZARAGOZA

Juzgan a una banda por un alijo de 60 kg de hachís

La Sección Primera de la Audiencia de Zaragoza juzga desde ayer a doce presuntos miembros de un entramado dedicado a la venta de sustancias estupefacientes, a los que se intervino un alijo de 60 kilos de hachís. La Fiscalía identifica al marroquí Abdelaziz L. como el cabecilla de la banda, y a sus dos hermanos, Ismail y Youseff, y al español Valentín A. B., como su hombres de confianza. El resto del grupo, en el que se incluyen dos mujeres, son considerados intermediarios y cooperadores. En total, se piden para ellos penas que suman 44 años de prisión, así como importantes indemnizaciones.


Según las investigaciones policiales, la banda estuvo funcionando durante todo el año 2008 y hasta abril de 2009, cuando se produjo la operación que permitió detener a sus integrantes. Aunque también comerciaban con cocaína y otras drogas, su principal mercancía era el 'chocolate', que traían a la capital aragonesa desde otras ciudades españolas.


El presunto jefe del entramado y uno de sus lugartenientes fueron arrestados el 15 de abril de 2009, en el peaje de AP-2 en Alfajarín. El primero conducía un coche 'lanzadera', mientras que el segundo iba detrás, en un segundo vehículo en el que se localizaron 30 kilos de hachís. Según la pericial toxicológica, esta droga hubiera alcanzado en el mercado los 42.000 euros.


La banda tenía dos ramificaciones, una que operaba en Zaragoza y otra que lo hacía en la localidad de Épila. Los hermanos del cabecilla regentaban un locutorio en la calle del Conde de Aranda donde presuntamente acudían los clientes a comprar la droga. Esta se almacenaba en trasteros ubicados en inmuebles próximos al este establecimiento, lo que facilitada las operaciones.


En uno de estos locales, la Policía localizó otros 24 kilos y medio de hachís, que se podrían haber vendido por 34.471 euros en el mercado negro. También se halló un paquete con algo más de tres kilos de 'chocolate' en otro trastero alquilado por Driss M.


Según los investigadores, este último acusado era el contacto con la ramificación de Épila, de la que formaban partes varios miembros de un clan gitano.


Durante la primera sesión del juicio, el jefe de la banda, al que asiste Javier Notivoli, negó haber vendido nunca droga. El resto de acusados, asistidos por Carmen Sánchez Herrero, Mariano Bonías y Olga Oseira, también se desvincularon de la trama.