El Quiosco de la Música recupera su esplendor tras el ataque vandálico de hace casi dos años

En 2019 volverá a servir de escenario cultural, una vez reparados los daños que sufrió por parte de tres jóvenes con una retroexcavadora.

El Quiosco de la Música luce ya rehabilitado, aunque aún con vallas protectoras.
El Quiosco de la Música luce ya rehabilitado, aunque aún con vallas protectoras.
Oliver Duch

El parque Grande José Antonio Labordeta de Zaragoza recupera, por fin, uno de sus rincones más valiosos y entrañables. El Quiosco de la Música, que resultó ‘herido’ de gravedad tras el ataque de tres jóvenes con una retroexcavadora en febrero de 2017, ha sido restaurado y volverá a servir de escenario de actos culturales el año que viene. Su estreno oficial llegará pronto, ya que serán Sus Majestades los Reyes Magos quienes, el 5 de enero, se subirán al quiosco para recibir el aplauso de los más pequeños.

El Quiosco de la Música es una joya modernista que formó parte de la Exposición Hispano-Francesa que Zaragoza organizó en 1908. El 17 de febrero de 2017, este Bien de Interés Cultural (BIC) recibió un insólito ataque vandálico por parte de tres jóvenes de entre 19 y 23 años, que se hicieron con una retroexcavadora que estaba aparcada en las inmediaciones para las obras que se estaban haciendo en el sistema de riego. Pudieron ponerla en marcha porque las llaves estaban puestas, y con ella golpearon el quiosco.

Así ha quedado el Quiosco de la Música de Zaragoza

Causaron daños por valor de 27.000 euros, ya que los peritos del Ayuntamiento constataron que se habían deteriorado gravemente seis tramos de la barandilla perimetral, así como la que rodea las escaleras que suben al quiosco. También se rompieron seis piezas de tres peldaños, una entrada a la celosía perimetral exterior y parte de uno de los bancos que rodean al monumento.

En el proceso judicial se personaron tanto el Ayuntamiento de Zaragoza –responsable del mantenimiento del quiosco– como el Gobierno de Aragón –por ser un BIC–. Finalmente, los tres jóvenes admitieron los hechos y fueron condenados a cuatro meses de cárcel y a multas de 1.440 euros. Además, también tuvieron que pagar de forma solidaria los 27.000 euros de la reparación y cumplir 32 días de trabajos en favor de la comunidad.

Por fin, la restauración

Casi dos años después de aquel acto vandálico, el Quiosco de la Música reluce de nuevo. Sin embargo, en la parte superior se mantienen algunas pintadas y daños en los vidrios del tornavoz que lo corona, que nada tienen que ver con el ataque de 2017. El Consistorio ha hecho la restauración siguiendo las pautas de la comisión de patrimonio.

El trabajo de forja se ejecutó en un taller, usando como modelo una de las vallas que se habían quedado en buen estado y partiendo del material dañado. Asimismo, se han reparado las escaleras, se han borrado las pintadas y se están actualizando y mejorando los camerinos de la parte inferior, que usan los artistas para sus actuaciones.

Tras el estreno de los Reyes Magos, en primavera se recuperará la programación para todos los públicos habitual del quiosco, que en las fiestas del Pilar podrá volver a cobijar algunas actuaciones del parque de las marionetas que atraen a miles de niños.

Una joya modernista... y errante

El Quiosco de la Música del Parque Grande es uno de los más dignos ejemplos del modernismo zaragozano. Fue diseñado por los hermanos José y Manuel Martínez de Ubago y Lizarraga para formar parte del recinto de la Exposición Hispano-Francesa de 1908. Se colocó en uno de los extremos de la que hoy es plaza de Los Sitios. Sin embargo, poco después, en 1912, fue trasladada al bulevar que entonces paseo de la Independencia. Doce años después, en 1924, volvió de nuevo a su emplazamiento habitual, donde permaneció hasta que en 1968 –hace ahora medio siglo– se trasladó hasta el parque Grande. En 1991, el Ayuntamiento impulsó una potente restauración al quiosco, que ya sufría los achaques propios del paso del tiempo, de las inclemencias meteorológicas y de tantos traslados de su estructura.

Este Bien de Interés Cultural se concibió como una pequeña edificación abierta, que tiene un basamento con planta octogonal y que soporta una estructura de ocho columnas de fundición. Estas, a su vez, sujetan un tornavoz formado por piezas de vidrio, así como una cúpula de perfil elíptico revestido por piezas cerámicas de un vistoso colorido. El resultado es llamativo y alegre, algo que no ha sido suficiente para evitar el vandalismo en los últimos años.

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