'El Artillero': de impulsor del festejo popular a ganadero arrinconado

José Mari Arnillas creó las mañanas de vaquillas, el concurso de recortadores o los roscaderos. Ahora está contra las cuerdas.

José Mari Arnillas creó las mañanas de vaquillas, el concurso de recortadores o los roscaderos. Ahora está contra las cuerdas.
José Mari Arnillas creó las mañanas de vaquillas, el concurso de recortadores o los roscaderos. Ahora está contra las cuerdas.

Fiestas del Pilar de 1980, 7.30. Miles de personas se agolpan en los aledaños de la plaza de toros, a la espera de que dé comienzo la primera mañana de vaquillas de la historia de Zaragoza. El ganadero José Mari Arnillas, popularmente conocido como ‘El Artillero’, está a punto de ver cumplida su aspiración de implantar el festejo popular en la ciudad. Cuenta con el apoyo de la Asociación de Interpeñas -con Julián Nieto y Vicente Navarro a la cabeza- y de la empresa que gestiona la Misericordia (Casa Lozano) pero, instantes antes de que se abran las puertas de entrada, sucede algo inesperado.

El gobernador civil, Francisco Laína, ordena que no se celebre la sesión, alegando que puede conllevar enfrentamientos entre los dos tipos de aficionados que existen: los que entienden que cualquier espectáculo alejado de una corrida de toros puede ensuciar el prestigio del recinto y los partidarios de las innovaciones. Acto seguido, Laína manda detener a Arnillas, Nieto y Navarro como responsables del conflicto. Pero el verdadero conflicto iba a llegar horas después, frente a la Delegación del Gobierno.

“Cientos de peñistas se manifestaron en la plaza del Pilar para protestar por lo sucedido. Es cierto que había fractura entre los taurinos, pero predominaban los que apoyaban la llegada de nuevos eventos”, recuerda ahora Arnillas. “Al quedar en libertad, lo primero que hice fue acudir a los corrales para ver qué tal estaban mis animales”, añade, antes de pasar a explicar cómo se fraguó todo.

“La pasión por el ganado bravo me viene de familia. Inicialmente trabajé con mi padre; después, a comienzos de los 70, monté un negocio a medias con mi primo; y finalmente me quedé yo solo al frente de la ganadería, que con el tiempo ha ido cambiando de nombre”, indica ‘El Artillero’, quien, llevando reses a otras comunidades autónomas españolas y a Francia, percibió que la tauromaquia aragonesa necesitaba avanzar.

Así, tras el fracaso que supuso el primer intento de impulsar las vaquillas en Zaragoza, el propietario de ‘La Rebomba’ volvió a la carga al año siguiente (1981) y el éxito fue rotundo. “En invierno y primavera, casi cada sábado nos reuníamos con miembros del Ayuntamiento para organizar todo al milímetro; no podíamos volver a fallar”, comenta Arnillas, y se emociona al revivir los prolegómenos del histórico estreno. “Más de 30.000 personas abarrotaron la Misericordia durante tres mañanas consecutivas. Se subían hasta por los tejados; fue algo de escándalo”, ensalza el ganadero, que fue introduciendo más artes progresivamente.

En 1982 creó el primer concurso nacional de recortadores, que contó con hasta 17 parejas; en 1983, promovió el toro embolado; y en 1985 organizó un concurso de roscaderos. Al mismo tiempo, fue incrementando el número de sesiones de vaquillas matinales, cada vez más seguras. “El primer año hubo 149 heridos por cornadas y el doctor Val-Carreres nos dijo que había que solucionar el problema. De esta forma, se me ocurrió fabricar unas fundas de caucho que tengo patentadas”, remarca Arnillas, que en 1986, con la aparición de la SAT Ganadera del Ebro (sociedad ganadera de la que pasó a formar parte) y de Servicios Taurinos de Aragón (empresa que tomó las riendas de la Misericordia), cambió su modelo empresarial.

“A partir de entonces, pasé a organizar los festejos populares como miembro de la sociedad, no como particular. Las vaquillas de las fiestas continuaron siendo de mi ganadería, pero, poco a poco, se fueron incorporando otros profesionales como Marcuello, Ozcoz o Faure”, aclara, en referencia a la época anterior al desembarco del empresario Justo Ojeda en la Misericordia. “Él siguió confiando en mi labor para el Pilar, y también Simón Casas -llegó a la regencia a finales de los 90- e Ignacio Zorita -a partir de 2003, junto a los hermanos Chopera- me mantuvieron. En total estuve 27 años al frente de los festejos populares de Zaragoza, que se dice pronto”, valora Arnillas.

El declive

En 2009, con Taurodelta al frente del coso de Pignatelli, Toropasión comenzó a organizar este tipo de espectáculos. Y en 2012, con la llegada de Serolo SL, José Mari dejó incluso de llevar vaquillas a las sesiones que él mismo había impulsado. “Cambiaron la forma de hacer las cosas, tampoco hay que darle más vueltas”, valora ‘El Artillero’, que desde 2014 atraviesa una situación difícil de soportar.

Debido a problemas de identificación de los animales, la DGA le impuso una sanción que le impedía acudir a cualquier festejo. Y así, sin ingresos de ningún tipo, ha mantenido casi 400 cabezas durante cuatro años. Este verano recibió una notificación que le obliga a sacrificar la ganadería, pero, entendiendo que la orden viene motivada por asuntos ajenos a la identificación o saneamiento -el último lo realizó con éxito en 2016- de los animales, asegura que va a agotar todas las vías legales posibles.

Hace algunas semanas, interpuso un recurso de alzada que fue rechazado por el Ejecutivo autonómico. Así, únicamente le queda la posibilidad de interponer un recurso contencioso administrativo en el juzgado, que paralizaría este procedimiento y, por consiguiente, el sacrificio de la ganadería.

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