Primero fue la supuesta cobra, que aunque la cosa vaya de animales no hace referencia al reptil, sino al beso que voló entre Bisbal y ella. La historia de desamor continuó este miércoles cuando la dejó plantada a las puertas de la zaragozana iglesia de San Pablo. Las identidades coinciden, pero no se trata de los cantantes, sino de una burra que lleva el nombre de la argentina y de un caballo que se llama como el almeriense de las vueltas y patadas al aire. De esta pareja de herraduras se sabe que comparte establo en Zaragoza y que es la primera vez que la burra acude a recibir la bendición del santo. Aunque fuese sin Bisbal, su presencia causó sensación y llamó la atención entre el resto de mascotas, tanto o más como si hubiese ido la Chenoa de verdad.