Pasillo real para recibir a Sus Majestades

Los Reyes aparecieron en el parque de Las Delicias tras una nube de humo mágico. Antes de subirse a las carrozas, se hicieron fotos con sus fans y recogieron las últimas cartas.

Más de un centenar de niños aguardaron ayer la llegada de los Reyes Magos en el anfiteatro del parque de Las Delicias.
Pasillo real para recibir a Sus Majestades
Aránzazu Navarro

Envueltos en nubes de humo aparecieron ayer los Reyes Magos en el anfiteatro del parque de Las Delicias. Cerca de un centenar de niños les hicieron pasillo hasta el escenario, en el camino algunos aprovecharon para tocarles ("¡le he dado la mano, mamá!") y los más rezagados les entregaron las cartas a los pajes reales que les acompañaban.

No eran ni las 16.00 y ya había zaragozanos ocupando parte de las gradas del anfiteatro: el acontecimiento lo merecía. Tras su largo viaje desde Oriente por fin los niños iban a poder ver a los Reyes Magos. "Luego por la noche tendrán que trabajar", comentó Javier Zaragoza, de 8 años mientras esperaba con sus dos hermanos y su padre. El chico estaba seguro de que no quería juguetes: "He pedido que papá tenga un trabajo en Zaragoza". A su lado, la pequeña Pilar, aguardaba a Sus Majestades con una corona de plata: "Me la ha comprado mi yaya", exclama la niña, que no tenía muy claro cuál era su rey favorito. "Han sido buenos y seguro que os dejan algún regalo mañana", decía su padre Pedro Zaragoza. No obstante, no fue el único momento en el que los hermanos vieron a los Reyes, porque después del recibimiento tenían previsto ir al centro a ver la cabalgata.

Entre que llegaban y no los protagonistas de la tarde –Oriente está un poco lejos– Javi el Mago amenizó la espera con ensayos de aplausos con los niños. "Este año lo vais a flipar", les adelantó. Y así fue. Cada rey entró por una grada del anfiteatro, lo que hizo que los niños no tuvieran suficientes ojos –ni el cuello apto para tanto giro–. Entre gritos de emoción, apretones de manos y la entrega de las últimas cartas, Sus Majestades y sus pajes fueron avanzando por el pasillo real hasta el escenario. Gaspar, el menos tímido, quiso dirigirse al público: "¿Habéis sido buenos?". Un coro unísono de síes resonó en el parque. "Muchos de vosotros nos ponéis comida y vino, pero, a veces, el rey Melchor, a última hora de la noche, va un poco piripi y lo que había pedido Susana se lo pone a José Antonio", explicó ante las risas de los pequeños. "Baltasar y yo tenemos que ir corriendo de un lado para otro para rehacer ese entuerto", añadió el rey.

No obstante, el rey quiso hacer reflexionar un poco a los asistentes. "Algunas de las cosas que habéis pedido a veces no llegan porque hay muchos niños en el mundo", afirmó Gaspar y quiso resaltar la importancia de regalar "libros y la ropa". "Hay algunos niños que no tienen porque su país está en guerra o sus padres no tienen trabajo", dijo el sabio, esta vez en un tono más serio. Tras la posterior lluvia de confetis y vítores, Sus Majestades emprendieron el camino hacia el autobús turístico que les pasearía por la ciudad hasta el comienzo del desfile.

Irene y Carlota Aguilar, de 5 y 7 años, no podían creerse que hubieran visto a los Reyes en su barrio. Con la emoción ¡hasta se les había olvidado qué regalos habían pedido! Al final, haciendo memoria, recordaron que en sus cartas habían escrito "un torno para hacer arcilla, el gusano tembleque y un estudio de mechas". Seguro que los desenvuelven hoy porque durante el año "han sido buenas" y eso tiene premio.

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