"Todos los años, durante los meses de frío, tenemos algún ingreso"

"Lo más importante en una intoxicación por monóxido de carbono es detectarla", afirma tajante la doctora Pilar Sarasa, jefa de Urgencias del Hospital Royo Villanova de Zaragoza. Este primer paso resulta, sin embargo, tan complicado como esencial. Este gas tóxico, inodoro, incoloro y que no irrita provoca cuadros inespecíficos que pueden ir desde mareos a vómitos pasando por adormecimiento, dolor de cabeza, desorientación y, en los casos más graves, un estado de coma que puede llegar a provocar la muerte.

Los primeros órganos afectados son los del sistema nervioso central. Grosso modo, este gas lo que hace una vez dentro del organismo es desplazar al oxígeno presente en la sangre. Esta ‘anulación’ del elemento químico más vital se produce porque el monóxido de carbono se asocia a la perfección con la hemoglobina presente en nuestra sangre.

El protocolo a seguir

"Durante los meses de invierno, los médicos de Urgencias pensamos más en estas intoxicaciones si ingresa una persona con estos síntomas. La sospecha es aún mayor cuando son varios miembros de la misma familia los que llegan con síntomas similares", advierte la doctora Sarasa. Lo primero que se descarta es que el paciente que ingresa con mareos, adormecimiento, vómitos, etc., tenga una focalidad neurológica o padezca vértigos. Si ambos supuestos se desechan, hace un análisis de sangre con prueba específica: una gasometría con cooximetría, que revelará si la carboxihemoglobina (la asociación del carbono y la hemoglobina) es elevada o no.

De acuerdo con la doctora Sarasa, si este compuesto está presente en la sangre por encima del 10%, se confirma la intoxicación. El paciente pasa entonces a observación, donde se le administrará oxígeno hasta que este vuelva a sus niveles normales. No es necesaria ninguna otra medicación y solo en los casos más graves (y siempre en los bebés) se usa una cámara hiperbárica (exposición total al oxígeno puro).