El obispo emérito Alfonso Millán ofició este lunes la misa en la iglesia de San Pío X, en el barrio de La Jota, en recuerdo de las víctimas, como pasó hace treinta años cuando él era el párroco allí. Hizo un llamamiento por la paz, frente a la indignación y el rencor, que son tan difíciles de combatir tras unos hechos tan violentos, pero en realidad su homilía se centró en la descripción del atentado que hizo en la última hoja parroquial Pascual Grasa, un guardia que se encontró esa madrugada del 11 de diciembre de 1987 con el terrorista Henri Parot. El obispo Alfonso Millán precisó que recordar el suceso supone una "terapia" para el afectado. Utilizó la imagen del edificio derrumbado de la avenida de Cataluña porque creía que los terroristas pretendían "demoler el ánimo, la paz, la libertad y la solidaridad". Pero no lo consiguieron porque conocieron el apoyo de muchos vecinos en La Jota, donde, como recordó el obispo, las niñas fallecidas iban al colegio o la guardería.

En la iglesia de San Pío X no cabía ni un alfiler y parte de las 300 personas que acudieron se quedaron fuera. Junto al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, estuvieron el delegado del Gobierno, Gustavo Alcalde; el fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Aragón, José María Rivera; el presidente del PP en Aragón, Luis Beamonte; el expresidente del Gobierno de Aragón, Hipólito Gómez de las Roces; la diputada del PAR Elena Allué; el general de la Guardia Civil, Carlos Crespo, y el general de la Academia General Militar, Luis Lanchares.

El obispo Alfonso Millán recordó también el atentado yihadista del pasado verano en Barcelona y Cambrils, para describir que "el terrorismo es un problema planetario", e hizo una apuesta por la "fraternidad". Estuvo acompañado por el deán del Cabildo del Pilar, Luis Antonio Gracia, quien ayudó en 1987 a los bomberos en el atentado de la casa cuartel.