En la piscifactoría municipal

El concejal popular Sebastián Contín saluda a Luis María Beamonte.
El concejal popular Sebastián Contín saluda a Luis María Beamonte.
Guillermo Mestre

Ranquin de ligeras torturas en las postrimerías de 2017. Uno, soportar la "matraca independentista" de tu compañero de celda. Dos, tener que ver el infame programa de Cárdenas antes de ‘Operación triunfo’. Tres, asistir al poco edificante debate del estado de la ciudad. Este último suplicio, al margen del chiste, es el más doloroso porque atañe al día a día y porque, si el debate fuera útil y constructivo, podría servir para mejorar las conexiones de los buses o para que los parques estuvieran más cuidados. Pero nada, tras varias horas escuchando a los munícipes en sus tribunas, se concluye que quizá resulte más efectivo colgar un bienintencionado tarjetón en el cercano ‘árbol de los deseos’ que reivindicar alguna actuación al gobierno y los grupos municipales.

Lo del lunes, como estamos acostumbrados, fue un diálogo de sordos o –sin ánimo de ser faltón– de besugos. ¿Será porque los besugos son sordos? No. Ciertos peces cultivados en piscifactorías pierden ácido retinoico de sus pabellones auditivos, pero no los besugos. Y sí, están en lo cierto, estas wiki-dudas insondables ocupan a parte de la audiencia mientras avanza el discurso del alcalde, porque se antoja más provechoso –y tiene más verdad– consultar disquisiciones sobre acuarios domésticos en Forocoches que escuchar etéreas promesas de la línea 2 del tranvía o la reforma de Tenor Fleta, un ‘must’ requeterrepetido en los últimos quince años de debates.

La ‘troika’ in extremis, los anatocismos, los mil años de la taifa de Saraqusta y varios recaditos, incluso, para sus amigos, porque el alcalde ‘se sobra’ al asimilar a C’s con la "derecha casposa del PAR" y equivoca el tiro al tratar a sus socios estratégicos de CHA como "Doctor Jekyll y Mister Hyde". Por cierto, que los peces sí tienen frágil memoria y, además, cuentan con cierta capacidad de empatía, que para sí la quisieran algunos.

Después llega el momento de la autocrítica confundida con el victimismo y otra ración más de sopor, que –horror– continuó toda la tarde y amenaza con extender sus tentáculos a la mañana de hoy. O las propuestas de resolución llegan acompañadas de atractivos alicientes (acróbatas sobre elefantes o bailes de Giorgio Aresu) u hoy nos espera otra jornada aciaga. Quizá tengamos tiempos para investigar de dónde surge la expresión "de coger olivas vengo".

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